Editorial ABC
Madrid, ejemplo de estabilidad
No será fácil la gobernabilidad de Madrid con tres partidos tan distintos como PP, Cs y Vox. Pero resulta satisfactoria la fórmula de una coalición estable

Tras casi tres meses de un duro tira y afloja en la Comunidad de Madrid entre el PP, Cs y Vox, los tres partidos han alcanzado un acuerdo para investir a Isabel Díaz Ayuso como nueva presidenta de la región. El acuerdo es muy positivo porque objetivamente el veto general instaurado por el partido de Rivera al PSOE hacía prácticamente inviable la investidura del socialista Gabilondo, y en caso de que esos tres partidos no hubiesen alcanzado un acuerdo de gobernabilidad, habrían sido inevitables unas nuevas elecciones en otoño. Es evidente que, tras el fracaso de las negociaciones entre Sánchez e Iglesias para conformar un gobierno de coalición a nivel nacional, los tres partidos del centro y la derecha sí tienen una acreditada disponibilidad para fraguar pactos y no el propósito de bloquear las instituciones y generar inestabilidad. Tanto en Andalucía como en Murcia, y ahora en Madrid, se han configurado acuerdos viables positivos para el ciudadano. En esto, y con todos los matices que se quieran introducir, la derecha demuestra un mayor sentido de responsabilidad institucional que la izquierda. El ejemplo de Navarra, donde el PSOE, por acción o por omisión, tanto da, ha tenido que apoyarse en Bildu para gobernar a toda costa, es revelador porque las diferencias entre Bildu y Vox, por ejemplo, son evidentes. Es inexorable que Bildu arrastre siempre tras de sí su condición de brazo político de una banda terrorista que asesinó a casi mil personas, y que ni siquiera se ha dignado a pedir perdón a las víctimas de ETA y a condenar la violencia. Por eso resulta indigno que el PSOE quiera gobernar Navarra condicionado por el chantaje de unos proetarras, y se empeñe en contaminar a cualquier fuerza política que pacte con Vox, porque más allá de la excentricidad y radicalidad de algunas de sus propuestas, no consta que Vox deje de ser un partido perfectamente legítimo en nuestra democracia.
Díaz Ayuso es además una apuesta personal de Casado para reformular la conflictiva política madrileña y regenerar un pasado plagado de casos de corrupción, que aún hoy están dirimiéndose en los tribunales. No será fácil la gobernabilidad de Madrid con tres partidos tan distintos como PP, Cs y Vox. Pero resulta satisfactoria la fórmula de una coalición estable en la que Vox generosamente no ha hecho casus belli de la obtención de consejerías, y en la que la Cs ha aceptado algunas de las condiciones impuestas por Vox para garantizarse la vicepresidencia de la región y la titularidad de algunos de los departamentos de gestión más relevantes. Madrid es el principal motor económico de España, y su solvencia se habría resentido en el caso de verse abocada a celebrar nuevas elecciones o a ser gobernada por una coalición entre el PSOE y el partido de Errejón. No es arriesgado sostener que si el PP ha conseguido recuperar la Alcaldía y mantener la Comunidad, sea achacable a la consolidación del liderazgo de Casado en el PP.