Horizonte

La madre de todas las tormentas curriculares

Cuánta vanidad y cuánta falta de moral se pone de manifiesto con esta hoguera de las vanidades

Ramón Pérez-Maura

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Grandes tardes de gloria nos esperan en estos tiempos de revisión y actualización de los currículos de casi toda la clase política. Uno se queda pasmado de ver cómo se pueden acumular tantas mentiras, dejándolas por escrito. ABC contaba ayer que el secretario de organización de Podemos en Galicia mentía en su currículo diciendo que es ingeniero. Por lo menos éste dimitió. En estas semanas hemos asistido a casos bastante diferentes entre sí. El más notorio y germen de todos los demás ha sido el de Cristina Cifuentes, que tenía un máster que no valía para nada cuando lo «hizo». Y después le ha servido para arruinar su carrera política por mentir en las explicaciones que dio. Y es que no hay el más mínimo indicio de que el 2 de julio de 2012 la examinase nadie, como ella afirmó. Éste ha sido un caso de pura mentira. O, mejor dicho, mentiras.

El PSOE ha tenido su caso con el presidente del Partido Socialista de Madrid, José Manuel Franco. Nadie discute que en su currículo apareció una falsa licenciatura en Matemáticas. Pero aquello fue hace tres lustros. De hecho ABC denunció el asunto en su momento, pero a nadie le pareció tan relevante como para pedir su dimisión de nada. Por aquel entonces corrigió su currículo sin que el escándalo fuese a más. El ridículo que hacen ahora los populares pidiendo su dimisión quince años después es verdaderamente notable. Éste fue un caso de engorde transitorio del currículo. Lamentable, pero superado hace mucho tiempo

Y tenemos el caso de Pablo Casado, sobre el que se tiraron como presas carroñeras porque tenía el mismo máster que Cifuentes. Con la inmensa diferencia de tener todos los papeles en orden. Que no es poco. Como no consiguieron hacer mella con eso se han ido después a denunciar que él decía tener un máster por Harvard, pero nunca estuvo en Harvard. En su currículo en el Congreso de los Diputados figura un «DGP de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard», lo cual es rigurosamente exacto. No dice en ningún sitio que él fuera allí y todos sabemos que las grandes escuelas de negocios tienen acuerdos con Universidades para ofrecer este tipo de programas. Querer lancearlo por ello es injustificable. Lo que ha hecho Casado es lo que ya nos enseñaban a todos hace treinta años cuando yo dejé la Universidad: vestir tu currículo de la mejor manera posible. Nunca mentir, pero enunciar lo que tienes de la manera que más pueda impresionar a quien tenga que estudiarlo. Sin faltar a la Verdad.

En el año 1990 el Departamento de Estado norteamericano me ofreció hacer un curso llamado «American Civilisation» al que invitaban a veinte periodistas jóvenes de veinte países. El curso era en la prestigiosa Fletcher School of Law and Diplomacy de la Tufts University en Massachusetts. Fue una gran experiencia que desde entonces ha figurado en mi currículo. Varias veces a lo largo de los años me sugirieron que lo definiese como un máster, algo a lo que siempre me he negado. Yo no tengo ningún máster en la Fletcher School, yo sólo he sido un becario de esa institución. ¿De verdad hubiera ganado algo poniendo máster? Mi único título académico es ser licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra. Y estoy muy orgulloso de ello.

Cuánta vanidad y cuánta falta de moral se pone de manifiesto con esta hoguera de las vanidades. En estos tiempos de perpetua rebelión contra todo lo institucional, estamos rodeados de personajes rendidos a la falsa titulitis.

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