Tribuna Abierta

Macedonia del Norte, una buena noticia

«Fueron estos neo macedonios los únicos de entre los yugoslavos que supieron acceder a la independencia sin derramamiento de sangre»

Javier Eupérez

Los primeros ministros de la República de Macedonia y de Grecia han coincidido en aceptar para la que fuera República de Macedonia y parte integrante de Yugoslavia el nombre de Macedonia del Norte. Aunque durante la existencia de Yugoslavia los griegos no objetaron a la existencia de una República de Macedonia en el seno de la federación, cuando ésta desapareció Atenas reclamó en propiedad el nombre, que suscitaba los recuerdos queridamente helénicos de Filipo de Macedonia y su hijo, Alejandro el Grande.

La nueva Macedonia se vio por ello forzada a cambiar sus símbolos nacionales, que incluían el sol filipense, y aceptar, aunque fuera de manera provisional y sin ningún entusiasmo, el monstruoso nombre de la «Antigua República Yugoslava de Macedonia» (ARYDM). Cuya imposible repetición acababa por convertirse en unas siglas: la ARYDM, más conocida por su versión inglesa de FYROM. Era la manera helénica de enterrar el nombre cuya exclusividad decían poseer en perpetuidad.

Un buen número de países, 140 para ser exactos, reconocen al nuevo país como República de Macedonia, para permanente irritación de los atenienses, aunque en realidad los del Pireo tenían un arma venenosa que han mantenido amenazante hasta ahora: o Macedonia cambiaba de nombre o el veto griego se mantendría de manera permanente para evitar que los de Skopje entraran en la Alianza Atlántica y en la Unión Europea. El acuerdo entre los dos gobiernos allana ese camino y permite enfocar a plazo la pertenencia del país en ambas instituciones.

Nacionalistas de uno y otro lado harán todo lo posible para que el acuerdo no se materialice, teniendo en cuenta que el nuevo nombre debe ser aprobado en referéndum y ratificado por los parlamentos griego y macedonio y ello añade nueva incertidumbre al proceso. Sería harto conveniente que los miembros de ambas organizaciones hicieran saber a las opiniones públicas de los contendientes el favor con el que contemplan la adopción de un nombre acordado y la positiva aportación que esperan de la Macedonia del Norte a la paz y a la seguridad en la turbulenta zona de los Balcanes. No en vano fueron estos neomacedonios los únicos de entre los yugoslavos que supieron acceder a la independencia sin derramamiento de sangre y los que además, en su modestia, han sabido mantener un razonable grado de armonía ciudadana.

Javier Rupérez es académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

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