Hazte premium Hazte premium

Vidas ejemplares

El síndrome Rosell

Asombra que gente preparada siga viendo Madrid como una especie de Mordor

Luis Ventoso

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Reunión de seis periodistas ante una mesa circular en la redacción de ABC en Madrid, en una mañana previa a esta inesperada era de las mascarillas y el holograma del doctor Simón. En un momento dado, alguien preguntó por curiosidad de dónde éramos cada uno: ... Almería, Baracaldo, La Coruña, Argentina... Nadie había nacido en Madrid. Ahí radica uno de los atractivos de la ciudad: la mixtura de personas de todas partes, llegadas para intentar mejorar sus vidas y/o en busca de los estímulos de la metrópoli. La integración es cómoda. No se exigen gestos identitarios madrileñistas para encajar. De hecho, si alguien los demandase se consideraría un delirio, o una astracanada. Madrid, la mayor urbe de España de largo, es una capital desprejuiciada. Puertas abiertas. Talante jovial, «echao palante» y algo guasón. Nadie hurga en tu vida. No existe eso de «aquí nos conocemos todos», ni aquello otro de «aquí al final todo lo manejan veinte familias». Los que llegan de fuera tampoco deben pasar por el incordio de escolarizar a sus hijos en un idioma que los niños desconocen (que es la sencilla razón por la que muchos ejecutivos ya no quieren ir a Cataluña). Pero Madrid también es exigente. Se trabaja mucho y rápido. Con el bolsillo pelado se vuelve cruel, por el transporte y porque su pujanza ha disparado los alquileres. Los chavales mileuristas sudan para independizarse. Por cualquier cuchitril interior se arrean sablazos de pánico.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación