Iglesias, o el cachondeo final
Su candidatura en Madrid es la prueba fehaciente de que no hacía nada en un Gobierno que ya empieza a parecer un tebeo

Tres preguntas de respuesta fácil: 1.- ¿Cuál es el único país de la UE con el rancio y multifracasado comunismo incrustado en su Gobierno? España. 2.- ¿Cuál es el único país europeo que pagaba una nómina a un vicepresidente que directamente no hacía nada y ... carecía de agenda de trabajo más allá de intrigar? España. 3.- ¿Cuál es el único país del mundo donde en el día en que el presidente se encuentra en el extranjero, en un acto en Francia, su vicepresidente anuncia súbitamente con un vídeo en Twitter que se va de baja en el Ejecutivo para buscarse los garbanzos en unas elecciones regionales? Pues España, cuyo Gobierno que empieza a parecer un tebeo (de hecho casi me ha extrañado que Iglesias no haya continuado su proyecto de promoción digital -y machistoide- de su mujer regalándole su vicepresidencia florero).
Cuando llegó la primera alerta informativa de que Iglesias se bajaba del autobús para intentar seguir viviendo de la política al frente de la Comunidad de Madrid, mi primera reacción, como la de todo el mundo, fue de perplejidad: más que una revuelta propia de este tiempo de los Idus de Marzo aquello parecía un bromazo del Día de los Inocentes. Pero era cierto, porque en la tardoadolescencia política que rige las andanzas de Iglesias no hay sentido de Estado, ni de servicio. Solo hay un gran ombligo y demasiado odio.
Iglesias estaba al frente de una vicepresidencia de cartón piedra, creada solo por cumplir las exigencias del pacto de coalición con Sánchez. Aún así, su nulo rendimiento ha superado las expectativas más pesimistas. Pocas veces había desfilado por una alta magistratura española un político tan gandul, sin agenda ni logros, entregado a criticar el orden constitucional y zaherir a los jueces y la prensa libre. La prueba absoluta de su vacuidad es que su vicepresidencia va a desaparecer y España no notará absolutamente ninguna diferencia. Quedará además para siempre en su hoja de no-servicios un inolvidable baldón: su execrable rueda de prensa del 19 de marzo del año pasado, cuando jugó frívolamente con la tragedia de las residencias de ancianos anunciando pomposamente que se hacía cargo del problema para luego hacer lo de siempre: nada. Es decir: nada de nada. Del paso de Iglesias por la vicepresidencia solo quedará que se cambió la coleta por un moño y se puso pendiente. ¡Vaya bluff el presentador de la Tuerka!.
Políticamente, su órdago para seguir viviendo de la política en Madrid resulta arriesgado para él. Las elecciones se van a convertir en un referéndum. Los madrileños habrán de elegir entre seguir con las políticas liberales, moderadas y de economía abierta de los últimos 26 años en su Comunidad, o pasarse a un experimento lleno de trabas chavistas a las empresas y los emprendedores y con intromisión en la vida particular de las personas con programas de ingeniería social. Ayuso venía presentando las elecciones del 4 de mayo bajo el lema 'socialismo o libertad'. Tras el anuncio de Iglesias ya lo ha cambiado a 'comunismo o libertad'.
Aunque ya está de capa caída, Iglesias sigue siendo un histrión muy popular. Así que su desembarco en Madrid le hará un roto al PSOE en las elecciones del 4-M, pues Gabilondo es un candidato de carisma cero, que ni atrae ni interesa. A Isabel Ayuso le puede ayudar el paso de Iglesias, porque el vicepresidente a la fuga es la encarnación unipersonal de toda la incompetencia y entraña antidemocrática de Podemos. Los madrileños que quieran evitar a Iglesias en el sillón de Sol aglutinarán su voto alrededor de la actual presidenta.
¿Por qué se va Iglesias del Gobierno? La política es ya un medio de vida para él y sabe que Sánchez es un soberbio trilero, que cualquier mañana podría soltar el lastre que representa Podemos y dejarlo sin nómina (y los lujos de Galapagar son caros y hay que pagarlos). Sánchez sabe que es una cantada presentarse a pedir toneladas de dinero a Bruselas tendiendo al populismo comunista metido en su Ejecutivo. La UE no nos va a regalar los fondos para que los gastemos sin control en fiestas peronistas de compra de voluntades. Su fallida opa a Ciudadanos era un intento de girar al centro con un nuevo apoyo más homologable que la pandi de Iglesias, que a veces incluso ronda abiertamente lo friki (véase el elenco e ideas del Ministerio de Igualdad, con niñera-asesora y un feminismo flipado; o la posible inhabilitación de Isabel Serra, la que iba a ser candidata de Podemos en Madrid, por agredir a una mujer policía).
Sánchez, no nos equivocamos, lleva un mes muy malo. Es el perdedor del terremoto que está sufriendo nuestra política, como empieza a percibirse en su rictus facial. La apuesta por 'Illa Maravilla' en Cataluña acabó en fiasco, por mucho que lo vistan desde sus medios afines. Van a gobernar de nuevo los separatistas, y en su versión más montaraz (pronto apretarán con nuevas exigencias anticonstitucionales, que hasta pueden tumbar el Gobierno central, pues hay cesiones que Sánchez no puede otorgar sin delinquir). La operación con Ciudadanos ha acabado también en fiasco. Y lo que es peor, Casado, que estaba en la lona tras el 14-F y parecía un candidato sin opciones en unas generales, puede recuperarse si Ayuso logra conservar Madrid con un gran resultado (porque las elecciones dependen en buena medida de los estados de ánimo, y psicológicamente el público tiende a votar al que percibe subido a la ola buena).
La última broma de este día ha sido nombrar vicepresidenta por cuota de Podemos a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo con unos horripilantes datos de paro y con las oficinas del Estado atascadas (y hasta jaqueadas). Claro que en Podemos no había mucho más donde elegir, porque hoy es el cortijo y medio de vida de los hacendados de Galapagar, y poco más.
En resumen: la marcha de Iglesias muestra que el Gobierno está en liquidación por derribo y según el resultado de Madrid podríamos tener elecciones generales a finales del año que viene. Por supuesto que salga del Ejecutivo un político de la naturaleza de Iglesias supone un buen día para la democracia. Ha presentado su candidatura llamando a sus oponentes de derechas «criminales» y «delincuentes». No hace falta explicar mucho más.
(PD: Ciudadanos ya es historia, pero Podemos pueden enfilar el mismo camino. La camisa limpia de la Nueva Política ha durado poco más de seis años).
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