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Vidas ejemplares

Buenos y malos

En contra de tantas profecías, creo que la pandemia no cambiará en nada a las personas

Luis Ventoso

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De no haber sido español, que es un privilegio, y gallego, que es la mejor forma de ser inglés, me habría gustado nacer italiano. De entre los pueblos atrabiliarios me parece el más formidable, sabio y largo. Apena verlos zarandeados. Me atrae la decadencia perfecta ... de sus monumentos, la música de Monteverdi, Palestrina y Battiato, y su cine, en especial el de los maestros de mediados del siglo pasado. Uno de ellos es Vittorio de Sica, un caballero. También un bala, enganchado al naipe y mujeriego hasta rondar la bigamia (llegó a mantener dos familias en paralelo). Pero De Sica es al tiempo un héroe. En 1944 rodó para Orbis, la productora del Vaticano, «La puerta del cielo». A priori era una película pía de argumento poco prometedor: el viaje en ferrocarril de unos enfermos al santuario milagrero de Loreto. Pero la historia daba igual. El largometraje era solo una tapadera urdida por De Sica y un joven monseñor -el futuro papa Pablo VI- para ocultar a judíos camuflándolos como extras. La película llegó a contar con dos mil figurantes. A pesar de que sufrieron una saca nazi, cuando llegó la liberación habían salvado a un millar de personas. El propio De Sica escondió a una familia judía en su apartamento de Roma. Nunca se dio importancia: «Lo hicieron muchos italianos».

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