Luis del Val - Enfoque
Se hace saber
La inmunidad de Oriol Junqueras

La abundancia de agua mineral, y la variedad de procedencias, permite intuir un ambiente receloso del suministro de aguas o una preocupación excesiva por la hidratación, pero los ropones dieciochescos, de rojo oscurecido, suspenden cualquier tentación a la frivolidad, porque estamos ante el Tribunal Europeo ... dictando sentencia.
Si el pregón no gusta, siempre hay quien resuelve echarle la culpa al pregonero, y hasta podríamos aducir que nació y creció en las separatistas tierras flamencas, o que el Tribunal ha cambiado completamente de criterio, lo cual es cierto y, además, suprimiendo los controles electorales, abre una peligrosa puerta a que sea posible legitimar el pucherazo. También se puede caer en el otro extremo, y apuntar tan alto que, como no nos gusta el pregón, no nos guste nada de Europa, ni las generosas cuotas de pesca, ni la protección a los productos agropecuarios, ni el destino mayoritario de nuestras exportaciones -desde automóviles hasta productos farmacéuticos- ni la libre entrada y salida de personas, mercancías y dinero. Vamos, me veo otra vez viajando a Andorra para comprar una radio portátil. Más aún: mirándonos tanto en el espejo de los totalitarios secesionistas, nos podemos convertir en unos totalitarios españolistas, y abandonar Europa por un matiz en el que todavía hay mucho que discutir, que recurrir y que decidir.
De momento, Oriol Junqueras está en la cárcel y ninguna sentencia europea ha dictaminado que deba salir. De momento, su rival más enconado, el cobarde que huyó y se convirtió en el Prófugo, posee una inmunidad provisional y, aunque fuera definitiva, no puede venir a España, porque sería inmediatamente encarcelado hasta que se resolviera el contencioso.
Lo malo es que también, de momento, si España pide la anulación de la inmunidad de los delincuentes al Parlamento europeo, va a extrañarles bastante que el Gobierno que se forme o se haya formado esté apoyado por los jefes de la banda.
¡Con lo que nos costó convencer a Europa de que los asesinos etarras eran asesinos! ¡Siempre recordaré al soberbio y despreciable Giscard D’Estaigne, que hizo lo que pudo y un poco más para ayudar a ETA! Y, todavía hoy, arrancar una extradición en Bruselas cuesta tanto como arrancar una muela a principios de siglo (no es casual el lugar que eligió el cobarde Prófugo para huir). Pero es que, desaparecida ETA, el mismo Gobierno que pide extradiciones es el que negocia y se apoya en los homenajeadores a ETA, donde un antiguo secuestrador es uno de sus líderes y se presenta como «hombre de paz».
Esto es muy difícil de explicar en España, pero va a ser todavía más difícil explicárselo a Europa, donde en una posible votación para anular la inmunidad de los delincuentes podría suceder que los socialistas españoles votaran en contra y ampararan a esos delincuentes. Eso es mucho más grave que la sentencia. Entonces vamos a necesitar mucha agua y no solo mineral, porque el pregón que vamos a dar a la Unión Europea va a ser sucio y confuso. Y esto también hay que hacerlo saber.
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