Vía libre a la España de Cori y Valtonyc
En la España del doctor Sánchez y del rapero Valtonyc se puede insultar al juez Llarena y dentro de nada se podrá injuriar al Rey. ¿La venganza del besamanos?

Una juez de Reus, que atiende al nombre de María del Prado Escoda Merino, considera que llamar «hijo de puta» al magistrado Llarena y afirmar que ni él ni su mujer «podrán ir por tranquilos por las calles» no es ni injurioso ni amenazante. España ... es la tierra prometida de la estupefacción, sin duda. Escoda -que es de Jueces y Juezas para la Democracia (y el «Democracio», debía ser)- cree que si el «hijo de puta» no va acompañado de algo más no es para tanto y por ello ha absuelto a la amable tuitera separatista Cori S. Si la simpática Cori hubiera adobado ese sosainas «hijo de puta» con un «como un castillo», o metido un «la grandísima» de por medio, a lo mejor la cosa cambiaba y Escoda hubiese atendido a la Fiscalía, que solicitaba un multa de 2.100 euros para Cori S. Pero llamar «hijo de puta» a Llarena, así a secas, y decir que ni él ni su esposa podrán ir tranquilos por las calles, hay que entenderlo, según Escoda, en el controvertido contexto político y encajarlo en la libertad de expresión.
Cori Sauné Ollé, la absuelta en el juicio, negó en la vista ser la Cori S. que regaló el tuit a Llarena, pese a que es evidente que es ella. Y Escoda se lo tragó. Y ya metida en faena, la juez no se limitó a decir que no estaba probado que Cori Sauné fuera Cori S., que con eso valía para desestimar la demanda, sino que quiso dejar claro que llamar «hijo de puta» (a secas) a Llarena no es delito. Cori, ese pedazo de pan, también avisó en las redes, el pasado julio, de que Llarena estaba «ahora mismo» en un restaurante de Palafrugell, donde acudió un CDR para zarandear su coche a la salida. Más libertad de expresión.
Imaginamos que también estarían protegidos por ese mismo derecho los amigos de cualquier procesado por la juez Escoda que publicaran, Dios no lo quiera, que la magistrada de Reus es una «hija de puta» (a secas, claro) y que ni ella ni su familia deben ir tranquilos por las calles de la ciudad.
El caso es que esta sentencia llega en un contexto en el que la izquierda está a punto de eliminar del Código Penal el delito de injurias a la Corona de tal manera que insultar al Rey (que evidentemente no va a ir a los juzgados a denunciar a otro español) saldrá gratis gracias al PSOE de Sánchez. Además de haber cambiado de opinión sobre si fue o no rebelión el golpe de la banda del lazo, al doctor ahora sí le parece oportuno desproteger al Jefe del Estado de la jauría cuando en marzo opinaba lo contrario. Desde el ridículo episodio del besamanos en Palacio, Sánchez no da una con la Corona. Esta es solo su última cesión para contentar a sus socios, enfrascados en una operación de cerco al Rey que tratan de vender como refuerzo de la libertad de expresión, como dijo el ponente del disparate, Alberto Garzón, ese representante de ese nuevo comunismo que se casa de chaqué.
[Este batallón pide perdón por el uso de términos no habituales en su registro, pero imprescindibles en esta crónica].
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