Tribuna abierta
La enseñanza ha muerto
Perdonen que les incomode, querido padre, querido profesor, querido sindicato y queridos ministro y consejero de educación, y que comience este artículo con un rotundo YO ACUSO. YO ACUSO al actual sistema educativo español de ser un fraude de colosales dimensiones.
Querido padre, debe saber usted que nunca conocerá con certeza si su hijo está o no formado científica y académicamente al final de la etapa primaria y de la etapa secundaria. El suficiente, notable o sobresaliente que su hijo haya obtenido en una asignatura no significa absolutamente nada, porque muy bien puede indicar que su hijo sea brillante como que apenas sea capaz de escribir correctamente. No existe ningún mecanismo que certifique que su hijo a los 12 años sepa, por ejemplo, leer de corrido, comprender y escribir correctamente, multiplicar y dividir, solucionar ciertos problemas.
¿Cómo es esto posible, si lleva usted a su hijo al colegio precisamente para que aprenda? Porque usted, al que se le pide una fe ciega, deposita una fe ciega en el colegio y no exige resultados. Porque el 6 que da un profesor exigente en un centro exigente es el 9 que da un profesor no exigente en un centro no exigente, pues el 6 y el 9 son el mismo número pero invertido. Porque los centros escolares no hacen públicos sus resultados. Porque ningún profesor, ningún sindicato, ningún político, ni siquiera ninguna asociación de padres de las que dicen representarle a usted quiere que haya evaluaciones externas finales de etapa, nacionales y censales que pongan negro sobre blanco si los alumnos de tal centro o de tal otro saben leer de corrido, comprender y escribir correctamente, multiplicar y dividir, solucionar ciertos problemas. Porque a los profesores nos viene bien trabajar sin rendir cuentas de los resultados obtenidos por nuestros alumnos. Porque los pedagogos pueden experimentar con innovaciones pedagógicas sin responsabilizarse de nada. Porque los políticos no quieren que se conozcan las miserias de sus políticas educativas.
En definitiva, porque usted, padre, que es el que paga, no lo olvide, con sus impuestos el colegio, cree, y no nos exige resultados a los profesores, directores y políticos y nos permite hacer exactamente lo que nos dé la gana. Porque usted cae en el engaño de que promocionar o titular es sinónimo de éxito escolar. Porque usted nunca protesta para que su hijo aprenda a escribir, sino para que su hijo apruebe aunque no sepa escribir. Y por eso vamos, y así vamos, colonizando los profesores plazas de profesores, los pedagogos plazas de pedagogos, los directores plazas de directores, los inspectores plazas de inspectores, los políticos educativos plazas de políticos educativos y usted creyendo que la enseñanza es gratuita y que como es gratuita no hay que exigir.
No crea, querido padre, que esto es cosa de hace poco. Desde la infausta LOGSE, incluso desde la LGE (esas siglas que inventamos para designar leyes educativas), la enseñanza ha caído en picado y cada década, en vez de subir peldaños, los bajamos. Parecía que habíamos llegado ya al nivel del suelo y que era imposible descender más, pero la reciente ley orgánica aprobada en diciembre, la LOMLOE, o ley Celaá, ha logrado lo imposible, continuar descendiendo peldaños, ahora por los sótanos y el subsuelo.
Querido padre, aún conserva usted, tal vez, la ficción de que los profesores somos autoridades académicas, de que sabemos mucho de nuestra materia, de que sabemos enseñarla, de que exigimos resultados y de que certificamos con una nota el aprendizaje. Falso. Las oposiciones de acceso al cuerpo docente son una pantomima. Las innovaciones pedagógicas que se aplican sin cuento y sin ton ni son en los centros escolares se llevan a cabo para ver qué sale. Predominan en los centros las acciones educativas, ya sabe, todo eso para que su hijo sea buen ciudadano, en detrimento de las actividades académicas, ya sabe, todo eso para que su hijo sea un buen estudiante. No se ofrecen cursos de formación de profesorado para actualizar o profundizar conocimientos. Las notas que damos a nuestros alumnos ya no certifican nada; la reciente LOMLOE nos obliga a promocionar y titular a alumnos sin límite de suspensos.
Sí, ha leído bien. ¡La reciente LOMLOE nos obliga a promocionar y titular a alumnos sin límite de suspensos! Fin de la excelencia.
La enseñanza está muerta, querido padre, porque hemos dejado de ser autoridad académica y, por lo tanto, autoridad disciplinaria. Los alumnos, su hijo, lo saben, saben que cuanta menos exigencia, menos esfuerzo, menos rendimiento. Pobre del profesor duro. Pobre del profesor amante del conocimiento.
¿Hay que dar la cara? Doy la cara. YO ACUSO al actual sistema educativo español de ser un fraude de colosales dimensiones.
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Julián Ruiz-Bravo es profesor de Enseñanza Secundaria y miembro fundador de la asociación de profesores 'PLIS. Educación, por favor'