Miradas sobre la epidemia

Abuelos

El sector de más edad de ese indeterminado grupo de «los mayores» ha visto, súbitamente, destruida, perturbada, amenazada su esperanza

Juan Manuel Fernández Martínez

Es célebre la frase del poeta alemán Rainer Maria Rilke , la verdadera patria de un hombre es su infancia. Ese lugar en la memoria y en el corazón donde habita todo lo bueno que hemos desarrollado a lo largo de la vida, nuestros primeros recuerdos, nuestro sentimiento de pertenencia. Y en ese lugar viven nuestros padres, nuestros abuelos, en un sitio preferente, en la raíz de nuestra afectividad.

Nuestros padres y nuestros abuelos, nuestros mayores, y nosotros mismos, los que ya también nos hemos hecho mayores, esas generaciones que convertimos España en el gran país que somos. Con nuestro esfuerzo, sacrificio y espíritu de concordia, hemos ido progresando y a lo largo de las últimas décadas hemos ido construyendo un país próspero, pacífico, democrático y plenamente desarrollado, y eso habría sido imposible sin ellos, sin todos nosotros juntos.

El sector de más edad de ese indeterminado grupo de «los mayores» ha visto, súbitamente, destruida, perturbada, amenazada su esperanza, su derecho a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, aquellas a las que tantas veces tuvieron que renunciar. Su ilusión de seguir siendo útiles.

No hay palabras para describir el esfuerzo desesperado, angustioso, heroico, de sanitarios, servicios sociales, policía y tanta gente para atenderlos, curarlos, asistirlos, en estos días de angustia y de zozobra, de tragedia. No empece a esto el hecho dramático de tener que decidir la preferencia sanitaria, el horror de elegir entre personas a quien salvar y a quien dejar morir. Tampoco tengo palabras para describir mi comprensión para quienes toman esas decisiones, comprensión y solidaridad.

Y a pesar de ese esfuerzo, la muerte cebándose con ellos, condenándolos a un final terrible, solos, sin ni siquiera poder ser despedidos por sus familiares y amigos. Pero ese esfuerzo no será estéril, ya que al hacerlo estamos manifestando que sociedad somos y que sociedad queremos ser. Una sociedad que se preocupa por sus ancianos y por quienes están en situación de vulnerabilidad es una sociedad en la que vale la pena vivir.

Cuando todo esto haya pasado deberemos, no obstante, analizar muchas cosas respecto al modo en que estamos abordando el tratamiento de nuestros mayores, en una reflexión que nos concierne a todos, no es esta una cuestión meramente médica o asistencial . Ha de investigarse lo que ha pasado en algunas residencias, pero también será tiempo de agradecer, una y mil veces, el comportamiento ejemplar del personal sanitario, asistencial, limpieza, administrativo, que trabaja en ellas, y que está dando emotivas muestras de profesionalidad y humanidad.

Cuando todo esto haya pasado deberemos pensar si el modelo de asistencia a las personas mayores que precisan de apoyos o cuidados especiales, es el adecuado, si realmente respetamos su deseo de vivir en su casa. Soy consciente de la dificultad/imposibilidad en no pocas ocasiones de cumplir ese deseo, por circunstancias muy diversas. Pero la alternativa no puede ser un modelo que haga primar la custodia sobre los aspectos más personales e íntimos de cada uno. Un modelo que complemente la debida asistencia médico-hospitalaria con los derechos inherentes a toda persona, cualquiera que sea su edad. No solo lo merecen por lo que han hecho, que también, sino que lo merecen porque esa es la promesa que todos nos hemos hecho, eso es el Estado de Derecho.

Hasta que esto no pase y no podamos hacer esa reflexión, cuidémonos unos a otros, respetémonos, y respetémosles a ellos principalmente. La muerte de los mayores, de los muy mayores no se hace menos amarga por su edad, ni puede presentarse socialmente como un bálsamo para quienes ven ese horizonte lejano. Su muerte y despedida en soledad nos conmueve, y esto ha de servirnos para que este tiempo terrible sea tiempo también para saber de verdad quienes somos.

Juan Manuel Fernández Martínez es presidente del Foro Justicia y Discapacidad, en el Consejo General del Poder Judicial.

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