Tribuna Abierta

Efecto Biden: ¿cambios de gobierno a corto plazo en España?

La saludable sustitución de Trump, y de los intereses que desde su presidencia perseguían una clara ruptura atlántica con la Unión Europea, puede producir un inesperado e importante impacto en la actual ecuación de gobierno en España.

José María Lancho

La saludable sustitución de Trump, y de los intereses que desde su presidencia perseguían una clara ruptura atlántica con la Unión Europea, puede producir un inesperado e importante impacto en la actual ecuación de gobierno en España.

La desaparición de un enemigo para Europa y del referente político del supremacismo rubicundo para norteamérica -me sigo refiriendo a Trump- hace menos necesario, para la socialdemocracia europea y el progresismo reformista norteamericano, un aliado tan complicado como lo es actualmente la combinación de gobierno española: un partido histórico como el PSOE que ha encontrado en una colección de rupturismos, claramente ejercientes, un pilar precario para sostener su gobierno.

Hace tiempo que llamamos la atención sobre la activación coordinada y agresiva de los movimientos nacionalistas europeos. Si algo ha quedado claro es que sólo han servido para la desestabilización del proceso de integración de Europa y lograr una crisis institucional inédita por su gravedad y dimensión. No es casual la coincidencia en el tiempo de estas agresiones con el mayor desafío político de la Unión Europea en su historia: la salida del Reino Unido del proyecto europeísta y una negociación dura y ciertamente turbia por parte de Reino Unido. Desvincular la negociación del Brexit, de la activación sorprendente e incendiaria del secesionismo catalán y la afirmación de los nacionalismos más extremos y rupturistas de Europa no me parece posible. Y, desde luego, no puede serlo para quienes deben dirigir los intereses estratégicos de casi 450 millones de ciudadanos de la Unión. Despejada la amenaza de una Norteamérica subordinada, sin duda alguna, en ese nuevo orden mundial que iba a traernos el Brexit, ¿cuánto van a tardar las democracias aliadas en concluir que es tiempo de sofocar los incendios rupturistas y las máquinas de crear crisis institucionales en la Unión Europea?, ¿cuánto tiempo van a tardar en señalar la incompatibilidad de proyectos nacionales apenas estables a corto plazo con un proyecto tan a largo plazo y exigente como es la Unión Europea, por otra parte tan seriamente amenazado y necesitado de coordinación?

En España las fuerzas directoras dividen su energía entre afrontar la mayor crisis económica mundial y una estrategia esencialmente distractiva desplazando mediáticamente los problemas a crisis institucionales, no sólo sobre la Corona, sino de la misma configuración territorial del Estado, proceso avivado por unos socios minoritarios de gobierno que saben, precisamente, que esto dificulta su sustitución por otros distintos. Todo ello amenaza de contingencia, debilidad y precariedad al Estado. Lógico, más que obvio, la resultante es que este ya no es sólo un problema español. Sobre este contexto no resulta improbable a corto plazo cambios profundos de gobierno e incluso unas elecciones, que tras muchos meses de poderes excepcionales del ejecutivo, refrenden o actualicen la dirección del país sobre un horizonte, sin duda, muy distinto del que originó la presente representación nacional. Lo único que puede retrasar este cambio, es como afirmaba recientemente un analista político americano, la débil alternativa conservadora empantanada por la corrupción y la falta de ingenio innovador que la haga competitiva.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación