Enfoque
Un poco de temor y temblor, por lo menos
Fin del luto oficial por las víctimas del Covid-19
Los gestos, especialmente los gestos públicos y compartidos, expresan el tenor de una sociedad. La sociedad española, con sus instituciones al frente, debía los gestos propios del luto ahora culminado a los miles de familias que han sufrido la muerte de alguno de sus miembros. ... Cada uno de nosotros ha vivido y expresado su dolor estas semanas como ha estimado conveniente, pero era necesario un gesto clamoroso y público que manifestase el homenaje de toda una sociedad, porque estamos ante una tragedia que nos pertenece a todos. El minuto de silencio observado ayer por los Reyes, el Gobierno y el Congreso rubrica diez días de duelo que significan que no somos una masa informe sino un pueblo. Bien está.
También es importante que los gestos correspondan a la vida real, aunque siempre sea de manera imperfecta. Ojalá la seriedad y el respeto reflejados ayer en ese gesto de silencio dolorido fuese también la expresión de un trabajo común para prevenir, para cuidar y reconstruir. Por desgracia no es así. Esta semana hemos asistido a nuevos episodios de irresponsabilidad política, como los protagonizados por el ministro Marlaska y por el propio presidente Sánchez, empeñados en dibujar un escenario insensato de conspiraciones y riesgos para la democracia con tal de esquivar sus errores y eludir sus consecuencias. Nadie con dos dedos de frente ha podido dar crédito a esa mala película, pero eso no resta un ápice de gravedad al intento de ensuciar la imagen de las Fuerzas de Seguridad del Estado, que han dado sobradas muestras de lealtad y de heroísmo para defender nuestra democracia en estos años, pagando un duro tributo de sangre. Al final ha tenido que ser la ministra de Defensa, Margarita Robles, la que ponga cordura en el desvarío de su propio gabinete. Gracias, una vez más, pero el daño ya estaba hecho.
Todos hemos guardado silencio ante lo imponente de este momento histórico, muchos hemos rezado. Afortunadamente, España siempre será más grande que sus gobiernos, pero se merece, al menos, un mínimo de temor y temblor a la hora de guiar esta barca.
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