Testimonios del coronavirus
Carta del hijo de un hombre muerto por coronavirus: «Nunca sabremos si una intubación más temprana hubiera salvado a mi padre»
«Solo tenía 64 años,, pero se le denegó el ingreso en una UCI por ser un trasplantado renal inmunodeprimido»
Nunca podré saber si intubando a mi padre a tiempo podría haber sobrevivido , pero sé con certeza que nadie, salvo Dios, tiene la facultad de decidir quién debe vivir y quién debe morir .
Mi padre acababa de cumplir 64 años el pasado marzo y formaba parte del grupo de personas de riesgo por su inmunodepresión debido a un trasplante renal. La vida nunca fue agradecida con él en lo que a salud se refiere. Con 27 años fue trasplantado de riñón, e iría acumulando patologías, incluido un melanoma y un cáncer de tiroides, de los que se recuperó totalmente. Quién iba a decirnos que, habiendo sobrevivido a todas las enfermedades anteriores , y que se presuponen de gravedad, sería el Covid-19 el que acabaría con su vida y nos arrebataría su permanente sonrisa.
El 14 de marzo presentó los primeros síntomas, malestar general y fiebre elevada. Fue entonces cuando mi madre inició el protocolo definido por las autoridades de Extremadura y llamó al 112. Se le comunicó que debía tomar paracetamol y que volviera a llamar si perduraba la fiebre. No se siguió el protocolo establecido en Extremadura y no se le realizó el test pertinente para determinar su contagio, a pesar de que era paciente inmunodeprimido.
El virus continuó inevitablemente su avance sin control alguno en su cuerpo a lo largo de la semana, controlando la fiebre mediante antitérmicos y sin ninguna otra prescripción. El 21 de marzo, y ante la aparición de dificultad respiratoria, volvemos a llamar al 112 para actualizar la situación de mi padre. Más de cuatro horas tardó una ambulancia en recogerle y trasladarle al Hospital Don Benito-Villanueva de la Serena , un tiempo considerablemente excesivo habida cuenta de que la distancia entre el domicilio familiar y el hospital es de apenas cinco kilómetros.
Fue la última vez que mi madre lo vería en persona. De tamaño medio, el Hospital Don Benito-Villanueva cuenta con un Servicio de Medicina Intensiva y una Unidad de Cuidados Intensivos con capacidad para ocho camas . Además, y debido a la situación excepcional en la que se encuentra todo el sistema nacional de salud, se había incrementado la capacidad de dicha UCI.
Si algo caracterizó el ingreso de mi padre en el hospital anteriormente mencionado fue la soledad . No hay nada más desgarrador que tener a un familiar hospitalizado, al que no puedes acompañar, y del que solo recibes información una vez al día mediante una llamada telefónica al final de la mañana. De su ingreso únicamente conocemos que sufrió un deterioro respiratorio progresivo. Cabe mencionar, que el día del ingreso mi padre presentaba un probable infiltrado basal izquierdo, de acuerdo a la radiografía de tórax, y que, a los tres días de hospitalización, la dificultad respiratoria era tan elevada que impedía incluso el habla .
El 16 de marzo, cuando se cumplía el tercer día de hospitalización, el Servicio de Medicina Interna solicitó el ingreso en UCI. En ese momento solo tenía una única cama ocupada. Sin embargo, se le denegó , aludiendo a la comorbilidad que presentaba en ese momento.
Transcurridos dos amargos días más, en los que los familiares vimos cómo se iba apagando una persona que había luchado contra todas las patologías anteriores y había ganado a la enfermedad, se vuelve a solicitar de nuevo por parte del Servicio de Medicina Interna el ingreso en UCI, que se vuelve a denegar , aludiendo a la misma razón y pese a que tampoco había situación de colapso sino camas libres, pues en ese momento solo tenía cuatro camas ocupadas.
Mi padre, aún estando dentro del grupo de personas de riesgo, no era mayor. Adolecía de una serie de patologías anteriormente nombradas, pero que habían sido superadas. Se encontraba bien de salud en general. Era una persona dinámica y con ganas de vivir . ¿Con qué motivos se le deniega un respirador? ¿Qué protocolo se siguió? ¿Por qué se le denegó el ingreso en UCI, cuando el hospital no estaba colapsado? Está claro que en caso de colapso del hospital, se debe priorizar sobre los enfermos y realizar un triaje.
Pero no era el caso. A mi padre se le denegó el ingreso en UCI basándose en la comorbilidad y siguiendo un protocolo del propio hospital con criterios muy restrictivos , tal y como se nos explicó, el cual no ha sido avalado por ninguna Sociedad Científica de Medicina. ¿Acaso no está en el deber de un médico salvaguardar la vida del paciente?
Conviene recordar el Juramento Hipocrático o Promesa del Médico de la Asociación Médica Mundial, especialmente en punto que reza "No permitir que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes”.
La actitud al denegarle el ingreso en una UCI con camas libres destinadas para Covid-19 no fue sino mezquina y cruel , y no atendió a más razones que el ser un trasplantado renal inmunodeprimido. Se otorga, pues, facultad para decidir sobre quién debe vivir y quién debe morir de acuerdo a criterios personales y no atendiendo a las capacidades reales del hospital, sin informar además a los familiares.
Ante la negativa de ingreso en UCI en el Hospital Don Benito-Villanueva se abre la puerta a ingresar en la UCI del Hospital Universitario de Cáceres, pese a estar más saturado. Pero la oportunidad llegaría tarde . El no haber ingresado con anterioridad propició el empeoramiento de mi padre. Cabe reseñar también que se opusieron a trasladarlo en una UCI móvil acompañado por un médico, cuando el protocolo así lo contempla, puesto que iba a una unidad de cuidados críticos. En su lugar fue trasladado en una ambulancia convencional.
A la llegada al Hospital Universitario de Cáceres fue ingresado e intubado en UCI. Por desgracia, no pudo superar el avance del virus y falleció a la semana . Nunca sabremos si una intubación más temprana hubiera salvado a mi padre, pero sé que habría aumentado la probabilidad . Quizá el verdadero problema fue que mi padre era un ciudadano normal, y no un político o una persona de relevancia. Lo cierto es, que el Sistema Extremeño de Salud lleva a cabo protocolos que no son moralmente aceptables, sobre todo porque existían los medios adecuados y necesarios. Por cierto, también se le está denegando el test para Covid-19 a mi madre , pese a haber convivido con mi padre enfermo.
Quizá lo más duro no sea lo que he narrado hasta ahora, sino el hecho de acelerar todos los trámites tras el fallecimiento, como si de la destrucción de la prueba de un delito se tratase. No pasaron más de ocho horas desde su muerte hasta su incineración, teniendo en cuenta además, que hubo que trasladar el féretro desde Cáceres.
El hecho de no poder acompañar a tu padre durante su hospitalización, no poder verle ni hablar con él, pero sobre todo no poder despedirnos, es uno de los sentimientos más tristes que una persona puede experimentar . Igualmente duro es saber que el sufrimiento de tantas familias se podía haber evitado si las autoridades se hubieran anticipado y hubieran atendido a las recomendaciones de la OMS y tantas instituciones internacionales de prestigio, pero claro, esto ya es otro menester.
* José Antonio Parejo Cabezas nació en Don Benito pero reside en El Puerto de Santa María.
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