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Lapisabién

Culpables

Yolanda Díaz quiere salvarse de la infamia y preparar su chiringuito

Jesús Nieto Jurado

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Para la memoria histórica de Carmen ‘Cuneta’ Calvo hay que recordar que el 8-M está ahí, silenciado por sus culpables, que aquello fue un pulso entre feminismos de todo jaez para ver de quién era la calle, ‘hermana’. Cayera quien cayera. Allá, a aquel ... aquelarre del 8-M, fue uno de reportero intrépido, fiándose de la fortuna y con el Gobierno entero de fiesta mientras la primavera que no fue, el virus, se propagaba frutalmente por el paseo del Prado de Madrid. Había que salir a la calle, y salieron, que para eso la calle, insistimos, era suya con la complicidad de José Manuel Franco, otro que tal. Recuerdo una tos o un bostezo de Irene Montero que fotografié por esa suerte mía de estar en el meollo del cogollo del bollo con un móvil reporteril y aceptable, y veo esa foto en el portátil y me recuerdo tan bisoño porque no vi entonces (mantengo la mirada limpia y la presunción de inocencia como nortes morales) que en el bostezo/estornudo/tos de Montero se abría la puerta a la tragedia, la boca del Infierno. Después todo fue encerrarme en un sótano sin luz de Madrid, y salir un día a ver una nieve que cayó en primavera.

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