Carta de un lector

Lo que mi colegio concertado me enseñó para no ser «carne de cañón»

Soy el mediano de tres hermanos, nací hace veintiocho años en una familia desestructurada y con pocos recursos económicos, más bien sin ningún tipo de recursos económicos

Jesús Francisco Rabadán

Soy el mediano de tres hermanos, nací hace veintiocho años en una familia desestructurada y con pocos recursos económicos, más bien sin ningún tipo de recursos económicos. Hijo de una madre alcohólica y criado en uno de los barrios más pobres de Sevilla.

Era, como coloquialmente se dice, «carne de cañón». Podría haber acabado haciendo las cosas como no debiera. Pero no fue así. Desde los seis años, con paciencia y dedicación, en mi colegio, concertado, no solo me enseñaron matemáticas o lengua, me enseñaron mucho más que eso, me ayudaron a entender mis circunstancias personales. Se centraron en mi persona y me hicieron comprender que mi futuro no tenía que estar condicionado por mi situación. Así supe que podía decidir qué hacer con mi vida.

En mi colegio, concertado, la mayoría teníamos problemas similares: familias muy humildes y con muchos problemas. En fin, tengo mucho que agradecer a mi colegio, e imagino que muchos de mis compañeros también; por eso creo que con esta nueva ley están atacando el futuro de los niños con pocos recursos, quitándoles el derecho a tener una buena educación. ¡No es justo!

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