Miradas sobre la pandemia
Imprescindible cooperación en la empresa
La crisis que se avecina será, según algunos, «la crisis del capital», pero, inevitablemente será también la de los trabajadores
Una vez controlada, que no superada, la crisis sanitaria hay que abordar las consecuencias del «tsunami» que ha asolado la actividad económica, de consecuencias sociales todavía hoy imprevisibles.
Aunque antes es de justicia subrayar el ejemplo de miles de personas que han «cumplido con su deber» de forma ejemplar, a veces heroica, especialmente en el ámbito sanitario, pero sin olvidar tampoco a los trabajadores públicos y privados de multitud de actividades imprescindibles en estos momentos: trabajadores relacionados con los cuidados a las personas, con la seguridad ciudadana, de empresas de suministro y distribución de alimentos, transporte, entrega a domicilio, banca,..
A la hora de abordar cómo podemos ayudar ahora cada uno (al igual que ya lo han hecho dichos trabajadores), tendremos que tener en cuenta que el objetivo más urgente es, sencillamente, que las empresas sobrevivan. Hay que partir de la importante contribución de las mismas al Bien Común, a través de la creación de riqueza y empleo.
La crisis que se avecina será, según algunos, «la crisis del capital», pero, inevitablemente será también la de los trabajadores implicados, de las administraciones que recaudan impuestos derivados de la actividad empresarial y, como consecuencia, de todos los ciudadanos que dependemos, en mayor o menor medida, del gasto público.
Sería ahora el momento, por tanto, de formular en las empresas un proyecto compartido por propietarios, directivos y profesionales/trabajadores, centrado en su supervivencia, por encima de intereses particulares de cualquiera de los grupos citados. Partiendo, por tanto, de la renuncia a una cultura de confrontación y de su sustitución por una cultura de cooperación, corresponsabilidad y participación.
Es el momento de la cooperación, cuya responsabilidad de liderazgo se debe situar en los directivos y empresarios, aunque para su efectiva implantación sea necesario concitar las adhesiones de las personas trabajadoras y el interés de los Sindicatos.
Es preciso recordar, además, que esa necesidad de plantear la empresa como un proyecto común compartido por todos los stakeholders implicados no es nueva. Ese planteamiento hunde sus raíces en la Doctrina Social de la Iglesia, que siempre ha propuesto la colaboración de los distintos grupos sociales, frente a la lucha de clases que nunca ha aceptado.
Más recientemente, es preciso destacar una Declaración de una asociación empresarial americana el pasado mes de agosto. Se trata de Business Roundtable , un lobby empresarial que reúne a los directivos de las principales empresas de EEUU. Está integrado por los CEO's de las mayores empresas cotizadas en Wall Street.
Su discurso ha sido que el principio básico es que la empresa existe para servir a los accionistas , pero la nueva declaración supone una evolución muy relevante en su tradicional planteamiento, en el sentido de que recoge la necesidad de incluir en los objetivos empresariales la responsabilidad corporativa y el compromiso con todos los grupos de interés, modulando así la importancia de los objetivos de los accionistas. En palabras de su Presidente, a la vez CEO de JP Morgan Chase, el mayor banco americano: «Grandes empresas están invirtiendo en sus trabajadores y en las comunidades porque saben que es la única forma de lograr el éxito en el largo plazo».
Estamos constatando que el mundo y las empresas se mueven cada vez más en clave de cooperación, y puede no estar lejos el momento en que el Parlamento europeo haga un llamamiento a las empresas para acercarse hacia un modelo de cooperación que está empujando la Fundación Arizmendiarrieta en el País Vasco y Navarra.
Por supuesto, las diferencias básicas en los intereses de las distintas fuerzas sociales que actúan en la empresa y en la economía no se pueden obviar, pero creemos que superando el modelo básico de confrontación se puede avanzar mucho en la creación de valor para todos los agentes. El Presidente de Business Roundtable que hemos citado empezaba su argumentación para la incorporación en los objetivos de las empresas de una nueva cultura de colaboración y de participación de los trabajadores diciendo: «The American dream is alive, but fraying» (El sueño americano está vivo, pero resquebrajándose).
Hoy el peligro es todavía mayor, pero desgraciadamente no sólo en USA.
Jesús Avezuela (Fundación Pablo VI)
Carlos de la Higuera (Fundación Arizmendiarrieta)