Tiempo de creencias
En este difícil contexto las organizaciones de infancia llevamos trabajando muchos años por poner los derechos de la infancia en la agenda social y política
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) impartía clases en la Universidad de Berlín. Al empezar uno de los cursos, se dirigió a sus futuros alumnos:
—Quisiera saber si alguno de ustedes conoce mi ensayo sobre la influencia de la mentira en las relaciones humanas.
Se levantaron muchas manos, y Schopenhauer exclamó:
—Muy bien. Ahora sé que voy a poder hablar de este tema con conocimiento de causa, pues la gran verdad es que yo jamás he escrito ese ensayo.
La anécdota del filósofo prusiano pareciera más próxima del tiempo que vivimos que del siglo XIX. En el tiempo de las noticias falsas –no sólo en redes sociales, también en medios de comunicación–, encontramos falaciasorientadas a construir paradigmas ideológicos que únicamente refuercen un pensamiento preexistente y, por tanto, eviten confrontar una equivocación, una percepción errónea.
Hace algunos años, tuvimos una reunión con un miembro del gobierno que tuvo la amabilidad de atendernos a varios representantes del tercer sector para tratar el tema de la pobreza en España. Concretamente, el de la pobreza infantil (que en ese momento alcanzaba su máximo histórico con un 30,5%), dando seguimiento a diversos informes que habíamos presentado sobre el impacto de la crisis en la población española. Nos dedicó más de 2 horas y realizó muchas preguntas sobre el carácter de los informes y las fuentes que habíamos utilizado. Al final y como conclusión obtuvimos una sencilla frase: «No creo nada de lo que dicen los informes que ustedes presentan. En España no hay pobreza infantil».
Tal aseveración cumplía todos los cánones del tiempo que vivimos: si no lo creo, no existe. Los datos y las fuentes han dado paso a las verdades absolutas sin base científica y, lo que es peor, sin ética. Pero los datos (por cierto, del Instituto Nacional de Estadística y Eurostat) indican que seguimos manteniendo muy altas cifra de pobreza infantil (26,8%, el segundo porcentaje más alto de la UE) en un país que se sitúa en el último puesto de Europa en el esfuerzo que realiza en prestaciones monetarias para la familia y la infancia (0,5% del PIB, un tercio de la media europea). Y con un abandono escolar temprano del 17,9% que ha mejorado mucho en los últimos años pero que no deja, de nuevo, de ser el peor de la UE, con enormes diferencias territoriales.
En este difícil contexto las organizaciones de infancia llevamos trabajando muchos años por poner los derechos de la infancia en la agenda social y política en el lugar estratégico que merece, basándonos en datos y en evidencias y apoyando acciones de sensibilización que hagan pedagogía sobre los problemas que enfrentamos.
La conformación del nuevo gobierno abre de nuevo la oportunidad de traer avances clave en la lucha contra la pobreza infantil en España, el abandono
escolar, el desempleo en los jóvenes o la España vacía que pone en el centro del debate el valor social de los niños. El tratamiento que demos a la infancia es clave para entender que España queremos, la competitividad, la innovación, la emergencia climática son elementos relacionados también con el papel que, como adultos, otorguemos a los niños, niñas y adolescentes.
Por eso, cada día trabajamos en el diagnóstico, pero también en las soluciones y en su impacto: incrementar las prestaciones dirigidas a los niños en situación de pobreza hasta los 1.200 euros anuales, reduciría el riesgo de pobreza infantil en un 18%, y en un 40% los casos de pobreza mas extrema. Hacer la educación inicial de 0 a 3 universal y gratuita permitiría el acceso de aquellos niños que normalmente se quedan fuera de estos servicios, posibilitando un comienzo en la vida y en el sistema educativo en una mayor igualdad de condiciones y, además, facilitaría un mayor acceso al mercado de trabajo a sus cuidadores, muy mayoritariamente mujeres, mejorando los ingresos del hogar.
Y hay más temas urgentes e importantes: la ley de violencia contra los niños, la lucha contra la discriminación y protección de los niños más vulnerables: migrantes, niños sin familia, niños gitanos; medidas de conciliación, sistema público de atención a enfermedades mentales de adolescentes y jóvenes, adicciones y en general todas las recomendaciones que el Comité Internacional de los Derechos del Niño hace a España en su último informe de 2018.
La evidencia nos da la razón: invertir en los niños es rentable. Reduce costes futuros, favorece la equidad, posibilita países más competitivos en términos económicos, mejora los indicadores de bienestar subjetivo, ayuda a la cohesión social y permite una sociedad más justa.
Velamos cada día por el cumplimiento de los derechos de los niños, con rigor y evidencias. Pero también con la firme creencia, cimentada en datos, de que hacerlo es bueno para todos.
* Director Ejecutivo de UNICEF Comité Español.