Tribuna abierta
Un algoritmo para optimizar las vacunaciones
«Ante la imposibilidad de decidir en puridad ética quién es más necesario que quién, la administración sanitaria ha optado -con buen criterio- por primar la vulnerabilidad»
Dos han sido los criterios rectores de vacunación que ha aconsejado el Comité Español de Bioética para ordenar la prioridad de administración de las dosis: o vacunar a los más necesarios o vacunar a los más vulnerables.
Ante la imposibilidad de decidir en puridad ética quién es más necesario que quién, la administración sanitaria ha optado -con buen criterio- por primar la vulnerabilidad. Y, por tanto, al personal sanitario, pero no por utilidad, sino por solidaridad. Puesto que los sanitarios son los más expuestos al virus, han razonado con acierto, es de justicia que sean también los primeros en inmunizarse.
Y es que el monopolio de la verdad no lo tiene nadie y más cuando nos hallamos ante decisiones complejas que no pueden ser reducidas sin cometer un error a respuestas binarias de sí o no.
Tampoco podemos reducir este criterio sólo a la dimensión científica, porque la gestión de la pandemia no es sólo la del virus; sino que es mucho más compleja, porque es la de las personas.
De ahí que no podamos limitarnos para una gestión tan compleja al uso de herramientas de cálculo y lógica unidimensional o binarias, que son las que impondrían un solo criterio y, por tanto, a un ciudadano por delante de otro sin servir al bien común.
Lo que ahora proponemos aquí es un algoritmo que permita conciliar no sólo esos dos criterios mencionados de utilidad y el adoptado de vulnerabilidad sino también el de solidaridad y cuantos otros se consideren oportuno incluir de forma dinámica en la relación para ir adaptando el criterio a las circunstancias cambiantes de la pandemia y la vacunación.
Porque esta gestión debe ser dinámica como permiten nuestras herramientas de asignación. Recordemos que la vacuna hace tan sólo un par de meses parecía que debería ser obligatoria; pero no ha hecho falta porque, ahora que se está aplicando y que ha demostrado que no mata a nadie, ya casi nadie la rechaza. Al contrario, tenemos un problema de acceso indeseable de quien se cuela burlando la prioridad de vacunación establecida.
Así que si en un principio, el algoritmo debía servir para promover la vacunación entre los indecisos, ahora debe servir para evitar los abusos de poder en la administración.
El objetivo sería la optimización de los efectos inmunizadores de la vacuna hasta alcanzar cuanto antes la ansiada inmunidad de rebaño para todos sin caer en las perversiones del amiguismo o la desorganización.
Por ello proponemos poner en práctica la Fuzzy Sets Theory para que solvente el principio de ordenación y de agrupación para establecer esa prioridad de vacunación.
Para ello debemos incluir tanto datos cuantificables como estimaciones subjetivas. De ahí, que recurramos a la matemática no numérica de la incertidumbre con la elaboración de un algoritmo humanista como el esbozado en “Theory of Decision in uncertainty”. Así podríamos aplicar las teorías de matemática no numérica sustentadas en procesos de relación, asignación, agrupación y ordenación. Ya propusimos en su día la utilidad de esta técnica algorítmica para sentar prioridades, de manera similar, en la gestión de la inmigración y especialmente en la de los menores en nuestro libro “Migraciones”. Y ahora volvemos a proponerla para poner fin a la pandemia de la forma más rápida y justa posible.
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Jaime Gil-Aluja es presidente de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (RACEF)