David Gistau

Indepe

Indepe es a independentista lo que Pepe a José

David Gistau

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No es que me importe pasar por frívolo y, de hecho, que te lo llame según qué exaltado es un alivio. Pero la frivolidad está adquiriendo una carga heroica que identifica este tiempo como otro de esos que no admiten desertores, ni flojos, ni liberales, ni terceros españoles, y en los que jefes de escuadra con pistolón al cinto recorren las calles para asegurarse de que nadie se escaquea. Para aquellos que no se crean designados por el destino para salvar la civilización occidental, una de las virtudes que hacen entretenido el oficio de escribir columnas es la variedad de temas y de tonos, la posibilidad de ausentarse a veces del gran titular para permitirse el autor una digresión costumbrista o personal, quién sabe, una inocente pretensión humorística que resiste sólo la extensión del folio. Esto penaliza mucho hoy en día, como abandonar la trinchera para irse el recluta a visitar a su novia en el pueblo. Me lo fusilan de inmediato. De igual forma, los periodistas trabajan con márgenes muy estrechos, en cuanto desbordan el argumento catalán para darse una vuelta por la frivolidad, sueltan los perros para que sigan el rastro del desertor. Nos ha sido concedido el peligroso anhelo de vivir tiempos interesantes y de escribir sobre ellos. Pero, hombre, algún sistema de rotación habrá que establecer para salir alguna que otra columna de permiso. Admito que abusé: todo el verano dejé a Ignacio Camacho en la garita mientras yo, frívolo, no escribí sino sobre la lluvia en Cantabria, como si no supiera que en ese instante graznaban todos los gansos que custodian el estanque de la Constitución .

Debido a esos absentismos, me resigno ahora a mantener la columna cautiva del monotema catalán durante unas semanas más. De hecho, asumo que deberé saltar en paracaídas, como un cronista aerotransportable, pintada la cara con betún, para contactar con la Resistencia en las provincias de la hondura nacionalista. Les llevaré tabaco y maquinitas de transmitir en morse. Pero una cosa advierto ya por lo mucho que, en estas últimas columnas escritas en el fragor golpista, he sufrido con el teclado. En lo sucesivo, usaré el neologismo «indepe» por lo cacófono y fatigoso de teclear que resultan « independentismo » e « independentista ». Son palabras difíciles de pronunciar sin enviar al menos un perdigón de saliva al interlocutor sentado delante. Como quiera que los tiempos que corren nos obligan a frecuentarlas, ustedes me permitirán recurrir a su forma abreviada, por más que resulte coloquial y casi cariñosa: indepe es a independentista lo que Pepe a José, y con el independentismo no tengo en realidad intimidad ni tuteos. En otra ocasión dedicaremos otro artículo a preguntarnos por qué algunos movimientos subversivos tienden a acortarse los caracteres, como si temieran no caber en un tuit. De ahí «antifa» y «anticapi» que, sumados a «indepe», parecen evocar a unos nuevos «teletubbies» que retozan con gran simpatía por las praderas utópicas de un mundo mejor.

Indepe

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