El imperio de la mentira: plagiar se llama «mínimas coincidencias»
El comunicado sin firma con el que se ha disculpado Cruz es moralmente casi peor que sus plagios
El filósofo barcelonés y político Manuel Cruz, de 68 años, catedrático y hoy presidente del Senado por el PSC, publicó en 2002 y reeditó en 2010 un manual de «Filosofía contemporánea» que contiene al menos quince plagios de otros autores. ABC ha publicado el caso , aportando los ejemplos. Las pruebas que aportan los periodistas Javier Chicote y Daniel Tercero son irrefutables. Una y otra vez, los textos de Cruz y otros ajenos coinciden. Ha fusilado a sus colegas sin referencia alguna a la fuente original. Nadie puede discutir sin faltar a la verdad que Cruz se ha apropiado del trabajo de otros filósofos sin citarlo. Ha plagiado, práctica académica inadmisible, que cuando la comete un político en democracias como la alemana conlleva la dimisión.
Pero siendo muy lamentable que un pensador de esa categoría incurra en tan cutres prácticas, casi es moralmente peor el comunicado sin firma y por mensajería telefónica con que Cruz ha tratado de excusarse. El argumento para defenderse es que se trata de «un catedrático riguroso y un autor prolífico y reconocido». Se enumeran su libros publicados y algunos de sus premios. Pero su currículo no atañe al caso. Lo que se evalúa aquí no es si se trata de un pensador de amplia trayectoria, sino si incurrió o no en plagios en el libro citado. En relación a la acusación de plagio, la excusa del filósofo, a través del comunicado que ha encargado emitir y que ni siquiera firma, es que «lo publicado por ABC se refiere a mínimas coincidencias». Es mentira, como puede comprobar cualquiera que lea los numerosos ejemplos aportados por ABC. Las coincidencias son abundantes y descaradas.
Llegamos así al meollo del problema, que es moral. Desde la llegada al poder de Sánchez, en España hemos asistido a un acelerado deterioro del concepto de verdad. Vivimos en el imperio de la mentira y la propaganda, donde una falsedad bien repetida a través de los potentes altavoces de apoyo mediático al Gobierno pesa más que los hechos. Por eso la ministra de Educación y portavoz del Ejecutivo, Isabel Celáa, se aprestó a primera hora de este martes a declarar en una radio que nada hay, «más allá de un texto literal de dos líneas». Otra mentira flagrante, que se cae ante pruebas evidentes que se aportan en la información y que la ministra prefiere ignorar.
Por lo demás, el plagiador Cruz será forzado a aferrarse a su cargo cueste lo que cueste, pues su dimisión, que debería ser obligada al incurrir en tan burda práctica, podría ante el espejo a otro autor que también debió irse por sus fraudes en trabajos académicos: Pedro Sánchez.
Plagiar descaradamente se llama ahora «pequeñas coincidencias». Por desgracia, la verdad para este Gobierno se ha convertido también en un concepto discutido y discutible.