Tribuna abierta

Feijóo y los Pactos de Estado

Ignacio Camuñas Solís

Aun no habiendo sido todavía elegido Feijóo como nuevo líder del PP parece haber adelantado, no obstante, ya algunas reflexiones sobre cómo pretende dirigir la política de su partido en un futuro inmediato. Cabe destacar, en este sentido, su propuesta de alcanzar importantes acuerdos o pactos de Estado con el PSOE para abordar las grandes cuestiones que tiene pendiente nuestro país en la hora actual. En principio no hay nada que objetar a una política que privilegia el diálogo y busca el entendimiento pues parece de buen sentido adoptar tal actitud.

No creo, sin embargo, que el nuevo talante que exhibe el político gallego sea todo lo acertado que pudiera parecer cuando la razón fundamental con que justifica su propuesta tiene como fin excluir y marginar a los que él llama partidos populistas de la derecha y la izquierda, refiriéndose tácitamente por un lado a Vox y por otro a los comunistas y extremistas de diversa índole. Equiparar a Vox con los extremistas de izquierda amén de constituir una profunda injusticia y falsedad enmascara cierto temor ante el crecimiento continuo de Vox creyendo que así pone coto a su permanente ascenso y fuerza electoral. ¿Se puede afirmar a la vez que es necesario poner una suerte de cordón sanitario a Vox cuando al mismo tiempo se da el visto bueno a que en Castilla y León el propio PP esté dispuesto a alcanzar un pacto con ese partido que constituye un peligro para España al que hay que marginar y atar en corto?

¿En qué quedamos Sr. Feijóo? Si seguimos así por más tiempo me temo que la cuestión de cómo debe ser la relación del PP con Vox nos va a durar toda la legislatura. ¿No sería mejor que el PP aceptara por fin que no tiene fuerza en solitario para plantear una alternativa a la izquierda gobernante si no es contando con Vox como aliado? El PSOE, que es consciente de ello, se afana en excluir a Vox del tablero político tratando de dejar al PP en cierta medida aislado y sin fuerza suficiente para desplazarlo del poder. Ver para creer.

Pero hablando de Pactos de Estado ¿Por dónde habría que empezar?

Naturalmente los medios informativos afectos al PSOE se han precipitado a hablar de la necesidad de renovar urgentemente el Consejo General del Poder Judicial que es quizás el tema que con mayor ahínco viene pretendiendo el PSOE desde hace un tiempo, sin haberlo conseguido por el momento. Tratar de conquistar tan preciada presa después de tener la Fiscalía en la mano y el Tribunal de Cuentas a su favor constituye una verdadera obsesión para el mandatario socialista que persigue denodadamente controlar la esfera judicial por la cuenta que le tiene. Esperemos que el Sr. Núñez Feijóo mantenga al menos la pretensión de volver a lo que dicta la Constitución a este respecto, normativa que en su momento el PSOE vulneró porque según decía por aquel entonces la mayoría de los jueces eran franquistas y eso no se podía tolerar, de modo que era menester cambiar las reglas de juego.

Creo, sin embargo, que sin perjuicio de lo que ocurra finalmente con esta relevante cuestión existe otro posible Pacto de Estado de gran transcendencia que me permito ahora enunciar y traer a colación y que a mi parecer debiera abordarse de forma urgente y decidida.

La democracia española no puede seguir funcionando con un Congreso de los Diputados en los que tienen asiento más de quince partidos, algunos de ellos de minúscula representación y otros más importantes en cuanto al número pero que pretenden nada más y nada menos que la ruptura del Orden Constitucional y la quiebra de la unidad de España. Así no podemos ni debemos seguir Sr. Núñez Feijóo. Y si, en efecto, fuera conveniente llegar a algunos acuerdos básicos con el Partido Socialista es mi criterio que el tema de la Reforma Electoral resulta capital para arreglar muchos de los desajustes que padece la política española en estos momentos. La reforma de la Ley Electoral por lo demás es sencilla y hacedera si hay voluntad política de ponerse a ello. Bastaría un acuerdo PP/ PSOE, para aprobar dicha reforma, pues tratándose de una Ley Orgánica no se necesita más que el apoyo de 176 votos sin perjuicio de lo cual cabe pensar que otros actores políticos pudieran incluso sumarse a esta propuesta.

El país necesita ser gobernado con seriedad y poner orden en el espectáculo, a veces bochornoso, que contemplamos cotidianamente en las sesiones del Congreso. Ni es lógico que un Gobierno esté en vilo por lo que pueda decidir un diputado de Teruel Existe, ni es admisible que tengan uso de la palabra y capacidad de voto aquellos partidos que a diario vulneran manifiestamente la Constitución, se mofan de todos los españoles e insisten, después de ser condenados por la Justicia , en que volverán a intentar la sedición con descaro y sin el menor rubor.

No estoy proponiendo la ilegalización de ningún partido por correcta y consecuente que pudiera ser la medida en cuestión. Pretendo y propugno simplemente poner a cada uno en su sitio. Al Congreso de los Diputados - instancia donde se aprueban las grandes decisiones para la gobernación del país - deben acceder fuerzas de ámbito nacional, reservándose los Parlamentos Autonómicos para aquellas otros partidos cuyo ámbito de actuación es básicamente la Comunidad Autónoma y en su caso el propio Municipio.

¿En qué consistiría la reforma que propongo? En exigir no solo que cada partido obtenga al menos el 3% del electorado en cada una de las circunscripciones- como ocurre actualmente- sino exigiendo a un mismo tiempo que para obtener representación en el Congreso cada partido obtenga representación en al menos el 50% de las circunscripciones electorales del país. Así llegarían al Congreso solamente fuerzas de carácter nacional con un proyecto político para España y no un ramillete de pequeños partidos que se dedican a subastar su apoyo parlamentario para obtener pingües beneficios a costa de amenazar la unidad nacional y la estabilidad y gobernabilidad del país. El caso del PNV viene siendo paradigmático a este respecto. Es un ejemplo notable de cómo 6 diputados pueden tumbar un gobierno o dar la investidura a cambio de ir aumentando competencias que nunca debieron de haber obtenido. Esquerra, el PNV, Coalición Canaria, Foro Asturias, el Partido Regionalista de Cantabria, Compromis, Unión del Pueblo Navarro, Coalición Gallega y tantos otros más deberían quedar tratados como lo que son en realidad, como fuerzas de ámbito regional que deben desarrollar su labor política a través de los Parlamentos Autonómicos y las Cámaras Municipales.

Ese sería, a mi juicio, el Pacto fundamental que debería auspiciar Feijóo si quiere contribuir a poner orden en el desbarajuste existente hoy en la política española. La propuesta de permitir que gobierne la lista más votada –como empieza a filtrarse desde distintos medios de comunicación– no resuelve la cuestión que nos ocupa, pues tendríamos en ese caso siempre un gobierno débil y a merced de los intereses circunstanciales del momento. Todo lo que no sea ir a la raíz del problema no nos aliviará del mal que padecemos.

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Ignacio Camuñas Solís

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