Editorial ABC
Iglesias va a por los socialistas
Ayer fue evidente que la estrategia de Podemos es drenar al PSOE de votos y apoyos sociales. Rajoy no fue más que la excusa táctica en su plan de liderar la izquierda
Pablo Iglesias confirmó ayer que su propósito con la moción de censura al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy , era asaltar el electorado de izquierdas, lo que habría tenido mayores posibilidades si Pedro Sánchez no hubiera ganado las primarias socialistas. Pero como Sánchez ganó, Iglesias tuvo que subir el tono de sus formas y de sus contenidos para llegar a la pura y simple deslegitimación del Parlamento. Al insistir en que el Congreso y el Senado no representan a la sociedad española, Iglesias ratificó su discurso extremista y antidemocrático. Sin embargo, este ataque a la democracia parlamentaria -por tanto, liberal- era imprescindible en el planteamiento de Iglesias, quien, como exponente de la izquierda sectaria, tenía que negar la legitimidad del Gobierno de Rajoy, investido presidente por el mismo Congreso de los Diputados al que el líder de Podemos despojaba de su condición de representante de la soberanía nacional.
Con esa enmienda a la totalidad del sistema, Iglesias no tenía más que recrearse en el argumento y lo hizo reduciendo el Parlamento a un megáfono para lanzar eslóganes a su propio electorado y al del PSOE. Sus intervenciones estuvieron trufadas de falsedades, despreciando, por ejemplo, la verdadera situación procesal de quienes calificaba como imputados o acusados. Su intervención fue una pasarela de insidias, construida para enardecer a su bancada y comprometer a la socialista, pero carente de cualquier contenido que pudiera calificarse como proyecto político de quien aspira a ser presidente. Rajoy, por su parte, volvió a demostrar sus habilidades parlamentarias, pero no evitaron que al final la moción fuera un chorreo de acusaciones de corrupción contra su Gobierno y el PP. Iglesias, lo mismo que el PSOE, sabe dónde está el punto débil de los populares y no van a abandonarlo. Fuera del terreno de la corrupción, Rajoy puso en evidencia la inanidad del discurso de Iglesias, especialmente en la cuestión del separatismo catalán, la más grave crisis política de España en este momento, para la que el candidato de la extrema izquierda no tiene una sola idea clara. O son inconstitucionales.
Ayer fue evidente que la estrategia de Iglesias es drenar al PSOE de votos y apoyos sociales. Rajoy no fue más que la excusa táctica de Podemos en su plan de liderar la izquierda española, enfrentada a una guerra de liderazgo en la que el PSOE vuelve a jugarse su identidad. Para el Gobierno, la dureza de las intervenciones de Iglesias contra Rajoy deben ponerle en alerta de una reactivación de la izquierda, sobre todo porque la economía está mejorando. Sólo con datos y estadísticas puede no ser suficiente para que el Gobierno responda y gane el desafío que ayer formalizó la izquierda en el Congreso.
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