EDITORIAL ABC

La hora de la lealtad política

Ayer no acabó nada y empezó todo, principalmente el gran desafío que recae sobre Mariano Rajoy, pero también sobre el resto de fuerzas representadas en el Parlamento

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Tras un pleno cargado por la tensión de los discursos pronunciados contra el PSOE por los portavoces de Podemos, Bildu y ERC, los socialistas cumplieron el acuerdo de su Comité Federal y la mayoría de sus diputados se abstuvo -68, frente a quince, que votaron no-, facilitando la investidura de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno recibió 170 votos a favor, respaldo amplio en cualquier otra circunstancia, pero que en esta nueva legislatura no garantiza, en absoluto, la estabilidad de su mandato. Rajoy dio a su discurso de ayer mayor contenido político que al del jueves pasado, porque remarcó su compromiso con las reformas realizadas en el mandato anterior y avisó de que su disponibilidad al acuerdo tiene límites que no está dispuesto a superar. La relación con la Unión Europea, la unidad nacional y la estabilidad presupuestaria no serán negociables con Rajoy al frente del Ejecutivo.

No va a ser una legislatura fácil para Rajoy , porque va a pesar sobre su gobierno la sombra de una mayoría parlamentaria formada por partidos de izquierda y nacionalistas predispuestos a trasladar al Congreso de los Diputados el mayor número posible de las funciones de gobierno que la Constitución atribuye al poder ejecutivo. Además de una confrontación permanente entre gobierno y oposición, se vislumbra también en esta legislatura un problema de relación constitucional entre poderes del Estado.

Rajoy tiene ahora que conformar un gobierno acorde con la situación, lo que quiere decir que deberá crear un equipo de colaboradores con capacidad de interlocución con Ciudadanos y PSOE, y de defenderse en los debates parlamentarios. Será en estos -sesiones de control, plenos legislativos, comisiones parlamentarias- cuando el PSOE y demás minorías querrán demostrar su superioridad numérica sobre el PP. Y sólo numérica, porque ayer quedó demostrado que la izquierda en España vive instalada en un enfrentamiento sectario sin un proyecto para España. Los discursos de Bildu, ERC y Podemos debieron convencer al PSOE de que la abstención fue la menos mala de sus decisiones, porque un pacto de gobierno y legislatura con esas fuerzas habría sido inviable. La izquierda carece de un proyecto nacional. Está dominada por un resentimiento interno que tiene su causa en no haber desbancado al PSOE y en que este partido no haya sido el comodín para que la extrema izquierda entrara en el poder político de la nación. Los que hasta pocos días clamaban por un pacto con el PSOE ayer volcaron contra esta formación un auténtico discurso del odio, especialmente el portavoz de ERC, el diputado Rufián, trufado de insultos y descalificaciones, de tal calibre que provocaron una legítima y airada respuesta de Antonio Hernando, portavoz socialista. Sin embargo, más allá de los insultos, tras ese ataque de la extrema izquierda y de los separatismos, se alza una coalición de intereses anticonstitucional y antisistema, bien explícita en los aplausos de Podemos al discurso deleznable del portavoz de Bildu.

Esta legislatura será la de la lucha sin cuartel entre el PSOE y la extrema izquierda . Cuando Pablo Iglesias anunció que gobernará España, lo que hizo fue avisar no a Rajoy, sino al PSOE. Por eso, el calvario que algunos prevén para Mariano Rajoy también tendrá que recorrerlo el PSOE, al que le esperan unos meses de luchas internas, en las que, despejada la incógnita de la investidura de Rajoy, se pondrá en juego el liderazgo, el programa y el futuro del PSOE. La abstención de ayer pasará factura a largo plazo.

Urge ahora, tras los trámites del nombramiento de Rajoy por el Rey y de la toma de posesión del presidente del Gobierno, que el nuevo Ejecutivo empiece a tomar las primeras decisiones que estén a su alcance, sobre todo aquellas que la Unión Europea necesita para retomar la confianza en España. A partir de ahí, es necesario que el Gobierno y el PSOE institucionalicen su diálogo para que su relación no responda a declaraciones ocasionales y coyunturas críticas. Si todos quieren tomarse en serio la gravedad del momento, es imprescindible que adopten nuevas formas de tratarse recíprocamente. La alternativa a un diálogo leal es conducir al país a otra versión del bloqueo que ayer finalizó y forzar a Rajoy a convocar unas nuevas elecciones el año que viene. Ayer no acabó nada y empezó todo, principalmente el gran desafío que recae sobre Mariano Rajoy, pero también sobre el resto de fuerzas representadas en el Parlamento.

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