La hipocresía de Pedro Sánchez
El apoyo a su ministra de Economía demuestra la doblez de sus palabras, sobre todo si se tiene en cuenta que su Gobierno pretende disparar los impuestos a las familias y empresas españolas
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Si algo está demostrando Pedro Sánchez es su enorme capacidad para decir una cosa y la contraria en función de sus intereses personales y sin avergonzarse lo más mínimo, evidenciando con ello un nivel de hipocresía inaceptable en la figura de un presidente del Gobierno. Entre otras mentiras y contradicciones, lanzó una moción de censura bajo la promesa de convocar elecciones de forma inmediata para, una vez en el cargo, mantenerse en el poder lo máximo posible; también aseguró que no pactaría con populistas ni independentistas, pese a que ahora los tiene como aliados, e incluso llegó a calificar de rebelión lo sucedido en Cataluña, mientras que hoy solo ve sedición. El último gran ejemplo de este cínico discurso tiene que ver con la supuesta transparencia y pulcritud que exigiría a sus ministros en caso de llegar al Ejecutivo. El presidente ya ha dado por zanjada la polémica en torno a la sociedad instrumental que empleó su titular de Economía, Nadia Calviño, para comprarse una casa de 300 metros cuadrados en el barrio madrileño de Mirasierra, tal y como destapó ABC. Sin embargo, se trata de una salida en falso, ya que esta práctica, por muy legal que sea, resulta incompatible con el listón ético marcado por Sánchez. Calviño no solo se benefició fiscalmente de la creación de una sociedad patrimonial, Aldael Consultores, para adquirir la citada vivienda, valiéndose además de dos testaferros para formalizar su constitución, sino que también se aprovechó de los mecanismos que ofrece la ingeniería financiera para reducir de forma muy sustancial la carga tributaria. Prueba de ello es que dicha entidad, que gestiona activos inmobiliarios por valor de casi 1,6 millones, ingresó más de 245.000 euros en los últimos cinco años, pero pagó poco más de 5.000 euros por el Impuesto de Sociedades, un testimonial 2% frente al tipo general del 25, gracias a la cuantiosa deducción de gastos y amortizaciones. Ambos hechos chocan con la postura mantenida por el líder del PSOE. En 2015, desde la oposición, aseveró que expulsaría a todo aquel que utilizase una sociedad para pagar menos impuestos, al tiempo que siempre ha rechazado las herramientas fiscales de las que se aprovechan las empresas para rebajar su factura con Hacienda.
La respuesta ofrecida por la ministra tampoco se ajusta a las exigencias de claridad anunciadas por el presidente, ya que, si bien afirma que se desvinculó de esta sociedad en 2004, sigue sin explicar qué hizo con sus acciones y por qué recurrió a este vehículo para comprar su residencia. La actuación de Calviño vulnera los límites morales y políticos que ha impuesto Sánchez. El apoyo a su ministra y su intento de desviar la atención demuestran, una vez más, la profunda hipocresía de sus palabras, sobre todo si se tiene en cuenta que su Gobierno pretende disparar los impuestos a las familias y empresas españolas.