Todo irá bien
Guille
Creo en la educación del palo: educar es reprimir. Pero hay que mostrar el reverso feliz que lo justifica
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No es mi sobrino pero casi, tiene once años y el gusto por participar de la conversación de los mayores. Cena de principio de verano, el curso sobresaliente, felices sus padres. Estamos en Simpson, afortunadamente ubicado en el hotel Mas Ses Vinyes de Begur, tras ... tantos años en el paseo de Llafranc.
Guille come ya, en fondo y forma, como un adulto: son irreprochables sus maneras en la mesa y siente curiosidad por cada plato y por oler el champán y mojarse los labios. Se le nota el instinto de los mejores, el talento aún sin concretar pero que empieza a asomar con fuerza y gracia, y en su deseo de que le expliquemos historias de las que pueda aprender algo se refleja su principio de madurez, francamente inusual a sus pocos años. A veces le hace gracia una frase que no acaba de entender, y pregunta qué significa sin refugiarse en la tonta petulancia de hacer ver que sabe lo que no sabe. Le interesa lo que aprende pero lo que más le interesa es aprender. Comprende la exacta medida de sus limitaciones y que es el único modo de superarlas. Es muy guapo pero no se lo cree demasiado. Se lo llevará todo por delante.
Sin la buena y persistente educación de sus padres, su talento incipiente se habría dispersado. Sin su talento natural, la educación de sus padres habría hecho de él un chico correcto, pero nunca brillante, ni mucho menos puesto en la senda -que espero que se confirme- de lo excepcional. No hay milagros, pero tampoco casualidades.
Quedamos con el padre que iniciaremos a Guille en la ruta de los grandes restaurantes. Merece ver el premio, porque va a apreciarlo. Merece entender por qué tiene sentido perseverar y esforzarse. Creo en la educación del palo: educar es reprimir. Pero también hay que mostrar el reverso feliz que lo justifica. Dios es un abrazo, y no un reproche, pero algo tenemos que hacer para que nos abra sus brazos.
Me gusta el hambre insaciable de Guille. Es pronto para decirle que tendrá una angustia igual de severa, y que vivir como un hombre consiste en salvar la alegría del profundo dolor al que cada aprendizaje nos condena.
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