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El gran festival de la sonrisa falsa

Álvaro Martínez

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No es sencillo hallar a ambos lados de Despeñaperros dos políticos que se dispensen tanto desprecio y animadversión como Pedro Sánchez y Susana Díaz. Hablamos de una pareja imposible que lleva teniéndoselas tiesas desde aquel día del motín de Ferraz, cuando la dirigente andaluza mandó ... a una partidaria suya a tomar posesión del PSOE con aquel memorable «ahora mismo la autoridad soy yo», pronunciado desde la acera de la calle porque el guardia jurado no la dejaba entrar en la que fuera casa de Pablo Iglesias, el Pablo Iglesias de toda la vida -para aclararnos-, no el nuevo «héroe doméstico de España que cambia pañales», que este no tiene la casa en Ferraz, sino en la sierra. Aquel día tan surrealista, con los bares cercanos a la sede socialista repartiendo paella en la calle para entretener el hambre de los que asistían al sainete, Díaz y Sánchez se declararon la guerra. Y hasta hoy, que siguen vivas las escaramuzas, las riñas y las guantás en las que últimamente solo ríe el doctor.

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