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Cambio de guardia

«Gobierno de progreso»

Esta doble necedad: «Progresar es bueno», «progresista soy yo y mi enemigo es regresivo»

Gabriel Albiac

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En el año 2004, encargué a Gustavo Bueno, para la colección que yo dirigía, un ensayo contra los tópicos políticos. Bueno era la autoridad indiscutida del pensamiento español. También, para mí, el pensador mayor de nuestro siglo veinte.

Él me remitió un «panfleto». Que era ... un tratado exhaustivo sobre la democracia. Un «panfleto» contra nuestros políticos, que era un compendio de erudición y de ingenio. Desmenuzaba la inmensa tomadura de pelo, la gran estafa política de la España contemporánea. Y esa tomadura de pelo tenía un nombre: la invocación del «progreso histórico» como trivial religión, en cuyo nombre todo queda permitido a aquel que manda. El progreso, solía repetir don Gustavo, en uno de aquellos axiomas letales tan suyos, «es el nombre laico de la providencia divina». Tan infundado como ella. Y, en tanto que se finge racional, mucho más engañoso.

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