Tribuna abierta

La relatividad del tiempo

«Con la pandemia hemos descubierto de repente el tiempo cero, un tiempo indefinido debido a la incertidumbre , con la percepción de un presente que no nos gusta, de un pasado que ya no existe y de un futuro que no conocemos»

Giuseppe Tringali

Giuseppe Tringali

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De manera simplificada, son por los menos tres la etapas principales de la individuación y medición del tiempo por parte del ser humano. Hace miles de años se intuyó la existencia de éste a través de la observación de los astros y, en particular, del sol que se convirtió en la referencia para la medición.

Sucesivamente, los egipcios definieron la hora y las 24 horas como composición del día y los antiguos romanos el calendario gregoriano, la base de nuestro actual calendario.

La medición pasó por la observación de los astros y del sol, y por ello, por los relojes solares que medían el transcurrir del tiempo en función del movimiento de las sombras y, luego, por los relojes de arena, hasta los actuales.

Pero el ser humano no se ha limitado a intuir y a crear una medición del tiempo, ha intentado comprender qué es en realidad el tiempo, cuál es su papel en la vida. Y se ha hecho preguntas como: ¿El tiempo viene antes de nosotros o de las cosas? ¿Es el resultado del movimiento de los objetos en el espacio? ¿Es una pura convención y no existe? ¿La Historia indica la existencia del tiempo o es la existencia del tiempo la que construye la Historia? ¿Existen distintos niveles de tiempo?...

Muchas son las teorías sobre el tiempo fruto de estudios filosóficos y de investigaciones físicas. En la Filosofía, por ejemplo, están la del movimiento continuo de Aristóteles, la de la intuición apriorística y universal de Kant o, la más trascendental, de San Agustín. En Física, la teoría de Newton indica que el tiempo fluye por sí mismo, independiente de todo, y dice que es una variable cierta y absoluta que ordena los sucesos y transcurre inexorablemente. También está la teoría de la relatividad de Einstein que, por contra, establece una variación del tiempo en función del observador, es decir, del ser humano.

En realidad, la estrecha relación entre la Filosofía y las Matemáticas sigue siendo el punto clave. El ser humano se debate entre el tiempo convencional que él mismo ha creado para objetivarlo y el tiempo percibido. Lo objetivo y lo subjetivo se sobreponen en la valoración de la relación entre espacio, movimiento y tiempo. O dicho de otro modo: pasado, presente y futuro.

Con la pandemia, por ejemplo, hemos descubierto de repente el tiempo cero, un tiempo indefinido debido a la incertidumbre con la percepción de un presente que no nos gusta, de un pasado que ya no existe y de un futuro que no conocemos.

Esta percepción es la que está afectando la psique de la mayoría de los individuos. La gestión de la relación entre el tiempo colectivo u objetivo y el tiempo individual o subjetivo es el reto individual de cada uno. Está siempre presente cuando nos encontramos en situaciones adversas ya sean colectivas, como la pandemia, o individuales.

En los casos adversos es el tiempo individual, es decir, el percibido, el que tenemos que trabajar. En las dificultades, éste es negativo, nos parece infinito, bloquea nuestra vida, determina una situación de espera que se hace eterna y provoca una sensación de miedo que paraliza. Es el opuesto respecto a las situaciones favorables en las cuáles el tiempo corre sin darnos cuenta y no pensamos en términos de tiempo; solo lo hacemos en vivir y punto.

Tenemos que reflexionar, en consecuencia, cómo vivimos porque es eso lo que modifica nuestra percepción del tiempo. Vivir bien, es decir, estar bien con nosotros mismos, es lo que determina nuestra percepción del tiempo. El pasado no puede ser nuestro presente y el futuro tampoco. El pasado tiene que ser experiencia y el futuro oportunidad; de este modo, solo el presente será vivido de la mejor manera, ya sea favorable, ya sea adverso.

Hace meses escribí un artículo sobre el libre albedrío... No podemos considerarnos víctimas inermes de las circunstancias porque podemos elegir, actuar, cambiar, crear...

La no coincidencia del tiempo objetivo y el subjetivo se nota de manera evidente al envejecer en función de cómo se viva. Si se hace con intensidad y se tiene una vida llena y satisfactoria, la edad cronológica no coincidirá nunca con la real: existen jóvenes viejos y viejos jóvenes.

Tener, pues, una actitud positiva, proactiva y flexible, propósitos, y apreciar hasta los más pequeños detalles de nuestra vida, es la vía para hacer que el tiempo sea lo que queremos y no lo que realmente y por convención es.

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