El interés general, lo primero
Es importante que la política deje de centrarse en el ejercicio del poder por el poder y cambie de paso; la situación no ofrece otras opciones
En los últimos años, la desconfianza hacia la política y la crisis del 2008, con mayor o menor intensidad, han producido en muchos países fragmentación de partidos y populismos, con la consecuencia de confrontaciones sociales y gobernabilidades precarias.
Si las complicaciones antes de la pandemia eran tantas exactamente por la crisis del 2008 de la cual no habíamos salido todavía, ahora la crisis sanitaria, las restricciones y las conflictivas actitudes políticas están produciendo una crisis económica aún más grave.
En momentos como estos, para hacer frente a las dificultades y superarlas, habría sido ideal tener una politica con capacidad de encontrar consenso y favorecer las interacciones sociales y económicas; una política con visión que emplee el liderazgo en la reconstrucción de un nuevo mejor futuro para todos y no en la afirmación o en la conservación del poder.
Quiero recordar cuatro conceptos:
1) La convivencia social es fruto del consenso sobre normas y valores compartidos.
2) La libertad y la democracia alcanzan sus máximos cuanto más prevalece el valor del respeto.
3) La energía de una sociedad es la suma de las capacidades y de las iniciativas individuales que la política tiene que estimular y mantener vivas.
4) Las grandes dificultades requieren la colaboración de todos y los grandes proyectos generan ilusión colectiva, hacen fuerte y unida una sociedad.
Insistir en estos conceptos que parecen obvios es necesario para recordar la olvidada función de la POLÍTICA en mayúscula.
Tenemos que poder creer en la política y en su fundamental función pública, pero ella tiene que cumplir con su importantísima tarea de ejercer el único poder que se le ha delegado: servir a la sociedad en el interés general. Esto tenemos que pretender de la política. Que deje de centrarse en el ejercicio del poder por el poder y cambie de paso. La situación no ofrece otras opciones.
La responsabilidad de los actuales políticos es altísima, sus nombres podrán ser recordados como los que han hecho resurgir la humanidad o como los que la han aniquilado.
Todavía podemos vencer las dificultades y trabajar para un nuevo Renacimiento pero tenemos que actuar ya. Los que quieran construir que se junten, el tiempo no es nuestro mejor aliado.