Miradas sobre la pandemia
Aislamiento: una oportunidad para entender que somos seres sociales
«Para crecer emocionalmente, como personas, necesitamos el contacto humano»
He pasado, como todos, más de dos meses y medio en casa , saliendo solo para lo necesario pero, por suerte, no en soledad. Mi nuera y mi hijo, que viven en Madrid, me quisieron en su casa. Me considero afortunado por tener su amor y poder tener la ocasión de amarles más de cerca.
Estaba acostumbrado a salir todos los días, a tener reuniones, encuentros con personas interesantisimas, entrevistas sobre distintos temas... Pasaba los fines de semana en Milán con mi mujer y mis pasiones a dos y cuatro ruedas; o en Londres, con mi nuera, mi hijo y mis nietos; o las muchas cenas de amigos en los días madrileños...
No puedo hacer lo que hacía, pero, como he dicho, soy afortunado porque estoy bien, en casa de mi hijo y mi nuera disfrutando de su compañía.
En estos días he pensado y pienso en los familares que no tengo cerca, en los amigos y sus familias . He pensado en las personas vulnerables, en las personas enfermas a las que han dejado solas, en sus familiares... Pienso en todos los que están expuestos por motivos laborales en el sistema sanitario, en el sistema de reparto, en los supermercados o en las farmacias.
Acostumbrados a la libertad, estar encerrados en casa no es nada fácil , pero la escasa preparación y la emergencia sanitaria lo han hecho inevitable.
Hoy se considera afortunado a quien no ha sido contagiado o ha pasado el virus sin saberlo o en manera leve. Estar en casa para cuidarse y para cuidar a los demás ha sido una responsabilidad y, en el momento en el que tengamos más libertad de movimiento, tendremos que mantenernos responsables y seguir las normas básicas para evitar a volver a vivir otra emergencia.
Mirando lo positivo, quien ha estado en familia ha tenido la posibilidad de disfrutar de ella, cosa difícil de conseguir en tiempos normales . Además, afortunadamente, la tecnología ha permitido estar conectados, visualmente y desde casa, con el mundo, con la familia, con los amigos o con el trabajo. Yo he seguido escribiendo artículos, haciendo entrevistas, videoconferencias... La tecnología nos ha permitido estar entretenidos con información, películas, documentales, música, libros físicos y digitales, etc.
A veces pienso como hubiéramos pasado esta situación sin conexión. Aunque he aprovechado para pensar, leer, escribir y ver series –lo que está genial–, sigo echando mucho de menos la libertad, la sociabilidad y el contacto con otras personas. Echo de menos ver físicamente a mis familiares, a los amigos, a personas interesantes o el conocer a nuevas personas con las que sorprenderme por su inteligencia, sabiduría o empatía.
Creo que no somos totalmente autosuficientes . Para crecer emocionalmente, como personas, necesitamos el contacto humano, necesitamos escuchar y aprender de los demás con todos los sentidos.
Necesitamos sentirnos apreciados, amados y, también, criticados o puestos en discusión para avanzar y ser mejores personas. Necesitamos amar, sentirnos útiles, ayudar, compartir ideas y proyectos de trabajo y de vida , necesitamos compartir sueños, compartir nuestras preocupaciones o nuestra felicidad.
Sin todo esto perdemos aprendizaje y energía para superar las dificultades y los obstáculos que encontramos en el camino: aprendizaje y energía para la acción, para la creación...
Nuestro posCovid-19 tiene que tener en cuenta todo esto. Tengo claro que no podemos renunciar a nutrirnos de la inteligencia colectiva, de las culturas, de las relaciones humanas, de una mirada, de unas palabras, de un gesto, de un abrazo o de un beso para poder sentir y transmitir el amor por la vida y las vidas.
Esta es la esencia de la humanidad; y esta esencia tiene que ser el motor para superar el miedo, la incertidumbre y volver más fuertes que nunca, todos juntos, para mejorar nuestra convivencia y nuestro entorno.
* Giuseppe Tringali es vicepresidente del International Advisory Board del IE y presidente del Global Corporation Center EY/IE.