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Cambio de guardia

El don devuelto

¿Puede a alguien extrañarle que quienes ponen el dinero desde Europa exijan controlar su uso?

Gabriel Albiac

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Marcel Mauss, bajo cuya autoridad nace la etnología como ciencia en los inicios del siglo XX, encabeza su fundacional Ensayo sobre el don del año 1925 con la transcripción de uno de los más viejos poemas (fechable en torno al siglo X) de la Edda ... escandinava, que se cierra con esta estrofa: «Es mejor no pedir / que sacrificar demasiado: / porque un regalo concedido exige siempre la contrapartida de un regalo. / Es mejor no aportar ofrenda que excederse en ella». Y, a lo largo de sus poco más de doscientas páginas de inteligencia erudita, Mauss va preparando, como un teorema matemático, su conclusión. Que es tanto una hipótesis funcional para descifrar las sociedades a las que llamamos «primitivas», cuanto un axioma intemporal de la ética humana: «El don no devuelto hace aún más inferior a quien lo acepta». El más sobresaliente de sus discípulos, Claude Lévi-Strauss, formulará la paradoja en su forma irrebasable: en las sociedades humanas -en todas-, el regalo es un acto de guerra. Y, como tal, debe ser apaciguado por el regalo. «Una transición continua existe de la guerra al intercambio de regalos», y sólo ese intercambio «consuma el tránsito de la hostilidad a la alianza, de la angustia a la confianza, del miedo a la amistad».

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