Editorial ABC
Frenar la campaña separatista en Europa
Tanto Carles Puigdemont y sus cómplices de huida como el preso-diputado Oriol Junqueras van a seguir aprovechando todas las grietas de nuestra legislación para presentar al independentismo como víctima
Aunque relativo y de marcado carácter territorial, el triunfo político y anímico logrado por el separatismo catalán en las elecciones europeas obliga al Gobierno, y a todas nuestras instituciones, a hacer un sobreesfuerzo pedagógico para que el independentismo deje de consolidar su propaganda victimista en el resto de la UE. Tanto Carles Puigdemont y sus cómplices de huida como el preso-diputado Oriol Junqueras van a seguir aprovechando todas las grietas de nuestra legislación para presentar al independentismo como víctima de un Estado represor con una Justicia parcial. Su sistemático cuestionamiento de nuestro sistema democrático lleva calando años en países europeos ante una indolencia institucional de España que debe ser corregida con urgencia. La euroorden se ha demostrado como un instrumento jurídicamente ineficaz, sustituido por el criterio político de magistrados europeos empeñados en sobrepasar sus funciones jurisdiccionales para beneficiar al separatismo.
España es una democracia consolidada, con garantías y derechos perfectamente homologados y, desde luego, en nuestro país no existen los «presos políticos». Tampoco los fugados de la Justicia están en exilio alguno. Sería incomprensible que el Gobierno, el Congreso y el Senado hicieran dejación de sus funciones, y debería ser una buena noticia que Josep Borrell y el resto de eurodiputados constitucionalistas enseñaran a algunos países europeos lo que se niegan a ver y a aprender. Sin embargo, los augurios no son buenos. Sánchez negocia con el separatismo y cree en una España «plurinacional», al igual que los dos presidentes de nuestras Cortes. Eso es lo que les da crédito en Europa. Es hora de dejar de ser rehenes morales del independentismo, en España y en la UE.