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Perfil del aire

Gistau

Lo escrito se ha quedado para siempre en el papel que envuelve las sardinas

Francisco Robles

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La luz convaleciente de febrero, como diría Garci improvisando otro endecasílabo que encierra la sombra del reverso de la vida, se apagó en el portátil del cronista. Enmudeció la tecla que encendía la pantalla sin letras, sin historias. Resuelta la ecuación de la agonía, el ... guerrero descansa en ese tálamo ajeno a la derrota y la tristeza. El tiempo como un soplo decadente recurre al humo gris de los pabilos. La muerte ya no tiene quien le escriba con los guantes de seda que escondían las manos del pianista avergonzado. Los lentos teletipos que no existen repican en un bronce sin campanas. La noche del domingo es lo más triste que España pueda echarse a las espaldas. La muerte no es un tema literario: ajusta los horarios y las cuentas, y sella el pasaporte hacia la niebla. Y todo porque ha muerto un periodista.

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