Tribuna Abierta
Rusia vuelve a parir a Stalin
«Un nuevo abismo se abre, Rusia pretendiendo salvarse se hunde y se aísla del mundo, vano esfuerzo»
Con la invasión de Ucrania por Rusia vuelve la destrucción de las ciudades a Europa, se vuelven a partir las familias, vuelve el dolor y la muerte, el sinsentido de la guerra, la angustia del pueblo, los andenes rebosantes de niños y mujeres esperando subir a un tren. Las ideas expansionistas y el ansia ilimitada de poder provocan la guerra. Una noche oscura se extendió por Europa a partir del 24 de febrero.
Se olvidan las lecciones de la historia. Rusia, fiel a su pasado, tras la caída del muro de Berlín se debatía entre la libertad y la fuerza atávica de la servidumbre al soberano y al Estado, esa dualidad del ‘alma rusa’ que siempre se decanta por la segunda. Tras la ruptura de las cadenas zaristas les siguió la intolerancia y crueldad de Lenin y Stalin. Daba la impresión de un creciente progreso, de un acercamiento a Occidente, de que por fin las ideas de libertad habían calado. Sin embargo, cada vez más el régimen político que se alumbró se convertía en autoritario. La fórmula capitalismo sin libertad tomaba cuerpo, a la vez que se añoraba el poder de la extinta URSS. Lentamente, en estas pasadas décadas se estaba cavando un foso entre Occidente y Rusia, sin que se hiciera nada por evitarlo. Los oligarcas rusos, que han ido amasando sus fortunas con la mirada complaciente de Occidente, no dudan en aceptar la destrucción de la sociedad a cambio de salvar sus fortunas, a cambio de un nuevo totalitarismo. Rusia vuelve a parir a Stalin. Un nuevo abismo se abre, Rusia pretendiendo salvarse se hunde y se aísla del mundo, vano esfuerzo.
Los ucranianos sufrieron en el siglo pasado una violencia despiadada, no solo en las guerras mundiales, sino entre guerras. En la memoria esta la hambruna de 1932-1933 provocada por Stalin, denominada en ucraniano ‘golodomor’, deriva de ‘golod’, frío, y ‘mor’, muerte, y significa ‘muerte por inanición’. Timothey Snyder calcula en 3,5 millones el número probable de víctimas. Ahora se enfrenta a un éxodo de millones de refugiados y miles de víctimas de la guerra.
La historia de la humanidad es la historia de su libertad. Tal vez Ucrania caerá en manos de Rusia, pero no cabe duda de que la libertad, tarde más o menos, vencerá. Nada que se construye sobre la violencia y el sometimiento de los pueblos perdura. Así nos lo recordaba de forma magistral Vasili Grossman en el actual ‘Todo fluye’: «Si, si, si en el momento del triunfo más completo de la inhumanidad se ha hecho evidente que todo lo creado por medio de la violencia resulta finalmente absurdo e inútil, no tiene futuro, desaparecerá sin dejar rastro».
Mientras tanto es el momento de la unidad de los países europeos, de ayudar al pueblo ucraniano y lanzar una mano a esa parte del ‘alma rusa’ que anhela la libertad frente a la tradicional fuerza satánica de ciego sometimiento del pueblo al líder del Estado.