Tribuna Abierta
El maquillaje del empleo
La creación de empleo y la estabilidad laboral sólo se consigue a través de una política económica que ofrezca a las empresas estabilidad regulatoria, seguridad jurídica y una presión fiscal moderada
La pasada semana conocimos las cifras oficiales del mercado de trabajo correspondientes al mes de abril . El dato es objetivamente positivo porque 87.000 personas han abandonado la situación de desempleo y conseguir que, al menos, una sola persona abandone la prisión del paro es una buena noticia. Sin embargo, carece de sentido hablar de milagro o exhibir una euforia desbordada porque la realidad de los datos sigue siendo tristemente tozuda con nuestro mercado de trabajo por varias circunstancias.
En primer lugar, no tenemos mucho de qué presumir cuando sufrimos la tasa de paro más alta de la UE, duplicando la media, y además somos el país del Viejo Continente donde los jóvenes lo tienen peor para incorporarse al mercado de trabajo. Es importante recordar que España aún soporta el drama personal más de tres millones de parados. Por otro lado, la multiplicación de la afiliación se ha debido a un efecto provocado por la reactivación generalizada del turismo con motivo de la Semana Santa. Es decir, por el momento se trata de un fenómeno meramente coyuntural . El empleo se ha concentrado en servicios, especialmente en actividades relacionadas con el turismo.
Asimismo, es verdad que hemos superado la cifra de veinte millones de afiliados, pero también es igualmente cierto que se llegado a esa cifra a costa de inflar peligrosamente nuestro déficit estructural a través del empleo público. De hecho, desde hace tres años el ritmo de crecimiento del empleo público multiplica por cuatro el ritmo de incremento del empleo privado. Así mismo, sólo en 8 de las 17 comunidades autónomas se ha recuperado todo el empleo perdido durante la pandemia, concretamente en Andalucía, Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, Madrid y Murcia.
Respecto al milagroso incremento del empleo indefinido hay que subrayar que la cifra es fruto de un simple maquillaje estadístico. La última reforma laboral identifica el fijo-discontinuo como el contrato ordinario, que sustituye al clásico temporal por obra o servicio, así que las contrataciones temporales habituales relacionadas con el turismo han pasado a ser indefinidas (estadísticamente). El resultado es que las contrataciones estacionales de esta Semana Santa han pasado a ser consideradas indefinidas debido a la utilización del fijo-discontinuo y cuando se desactivan, porque termina la temporada, esas personas siguen siendo consideradas trabajadores en activo y además con contrato indefinido. Según el Gobierno, se trata de demandantes no parados, lo cual ni siquiera existe. En concreto, de los casi 700.000 contratos indefinidos que se registraron el mes pasado, casi 240.000 fueron fijos-discontinuos, es decir, un 35% del total. De hecho, el aumento de contratos en la modalidad de fijos-discontinuos se disparó un 125,24% respecto a marzo. Además, de esos 700.000 contratos indefinidos, el 25% lo son a tiempo parcial (175.000). Por lo tanto, de ese empleo indefinido, el 60% es a tiempo parcial o fijo-discontinuo. Ahora tendremos que esperar a ver qué vida real tienen esos contratos. Vaya por delante que antes de la pandemia cuatro de cada diez contratos indefinidos (de verdad) no llegaba a superar el año en vigor.
La conclusión es que la creación de empleo y la estabilidad laboral sólo se consigue a través de una política económica que ofrezca a las empresas estabilidad regulatoria, seguridad jurídica y una presión fiscal moderada.
Francisco Aranda Manzano es presidente de UNO Logística