Miradas sobre la pandemia
En democracia no todo vale
Estamos viviendo en España una situación inédita que está teniendo consecuencias gravísimas no solo para los españoles sino también para el normal funcionamiento de nuestra nación
Estamos viviendo en España una situación inédita que está teniendo consecuencias gravísimas no solo para los españoles sino también para el normal funcionamiento de nuestra nación: la pandemia producida por un virus desconocido que se está propagando por todo el planeta Tierra. Las consecuencias son de sobra conocidas pues las estamos padeciendo y aunque queramos de nada sirve lamentarnos.
Apenas hace unos meses nadie habría podido imaginar el tremendo impacto que el mundo en general iba a padecer a causa de la crisis del Coronavirus que, sin duda, es el mayor desafió sanitario que hemos tenido que afrontar en democracia. El aspecto más importante e incuestionable es el de salvar vidas humanas, siendo este el principal objetivo al que las instituciones y el Estado tienen que hacer frente, pero no el único.
Preocupación produjo a los españoles cuando el presidente del Gobierno proclamó el 14 de marzo el estado de alarma – ratificado días más tarde en el Congreso de los diputados - anunciando el confinamiento y las medidas para llevarlo a cabo. Cuando el virus llegó a España, el ejecutivo ya era consciente de la rápida propagación. La falta de los equipos de protección facilitó el contagio de personal sanitario convirtiéndose en víctimas del Covid-19. No era ninguna sorpresa que nos enfrentábamos a una crisis sanitaria letal. La OMS ya lo había advertido desde finales de enero.
La mayoría de los países tomaron medidas excepcionales para frenar el virus, por desgracia en España el Gobierno no estuvo a la altura del gravísimo reto planteado. Hemos actuado siempre tarde, sin disciplina y sin los medios sanitarios apropiados para hacer frente al maldito bicho, y lo que a mi juicio es aún más grave en democracia: con falta de transparencia y sin diálogo institucional. En países de nuestro entorno – Grecia, Portugal y Austria - con gobiernos responsables, cumpliendo con las normas protocolarias afines, han conseguido superar con eficacia la gestión de la pandemia de forma menos traumática.
Un ejemplo palpable de haber gestionado bien esta crisis del coronavirus la tenemos en Portugal – país con el que me identifico - fue uno de los primeros en implementar medidas para frenar la expansión del virus. «Todos los países decidieron las mismas medidas, la diferencia es el tiempo en que se tomaron y la disciplina de cumplimiento» según el economista de salud pública Pedro Pita Barros. No hay multas, el estado de emergencia no las prevé, «si fuera necesario imponer un cuadro de sanciones lo impondremos», anuncio hecho por el presidente Costa, con el apoyo de todos los partidos con representación parlamentaria. La propia OMS lo puso de «ejemplo de saber gestionar bien los recursos propios del Estado».
La gestión de nuestros vecinos - adoptando desde el principio medidas coherentes - para atajar la crisis del coronavirus es uno de los ejemplos positivos de esta pandemia, sorprendiendo a países miembros de la Unión Europea con índices de mortalidad y contagio muy bajas por debajo de: España, Francia, Italia e Inglaterra. Con estos datos favorables para Portugal, el éxito de la pandemia les va a permitir ser destino turístico preferente este año.
En democracia la vida gira en torno a derechos, obligaciones y libertades. La pandemia ha llevado al Ejecutivo español a actuar de forma totalitaria al margen del control del Congreso, despreciando a la oposición coartando derechos y libertades a los ciudadanos. El hecho, de tener en nuestro haber más de 26.000 pérdidas humanas y un aumento del desempleo que roza ya los cuatro millones de personas no es motivo de alarde del presidente en sus alocuciones continuas a los medios, vanagloriándose de su política social y progresista. Pero en democracia no todo vale. En palabras de Angela Merkel, «en una democracia abierta las decisiones que se tomen deben de ser transparentes y explicarlas, que justifiquen las acciones».
Estoy absolutamente seguro de que superaremos la crisis, pero lo que nadie dice es como y en qué condiciones. Como ciudadano me preocupan, fundamentalmente, las pérdidas humanas, pero también el daño económico y social que la pandemia está dejando en todos los sectores de la sociedad y el sesgo autoritario que el Gobierno ha tomado a lo largo de todo el proceso político sanitario. Esta situación incierta en que nos encontramos hace necesario conocer por cuanto tiempo la sufriremos hasta que recuperemos la normalidad. Los ciudadanos no podemos estar condenados a padecer otra crisis del coronavirus como la que estamos viviendo. Al menos que esta nos sirva para corregir los errores cometidos en esta ocasión por el Gobierno.
Para terminar, solamente he querido expresar mi descontento y preocupación con la situación que atravesamos la mayoría de los ciudadanos y la forma en que el Gobierno la esta gestionando, sin una mínima autocritica y sin consensuar las medidas adoptadas con la oposición.
Fernando de la Guardia Salvetti es Capitán de Navío.