Fernando García Sánchez - Tribuna abierta
Una necesidad: Ley de programación y financiación de la defensa
Necesitamos desarrollar un análisis cualitativo de los presupuestos, no se trata de gastar más, sino de invertir mejor
![Fuerzas Armadas de España en Afganistán](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2020/11/06/fuerzasarmadas-kkDH--1248x698@abc.jpg)
Esta pandemia, con sus trágicos efectos sanitarios, sociales y económicos, nos está abriendo los ojos sobre la necesidad de «ser, no parecer»; el postureo, la propaganda, la «visibilidad», se derrumba cuando la realidad se endurece y los papeles sin contenido, los programas sin fondos, las previsiones sin fundamento se derrumban.
Que las Fuerzas Armadas deben ser operativas, deben estar listas para el combate y así actuar como «hard power» en el ejercicio de la influencia nacional y a través de nuestras alianzas en el marco estratégico actual multidominio (informativo-psicológico, virtual y físico) y multifuncional (diplomático, informativo, militar y económico) parece que es una tesis asumida con carácter nacional e internacional y que refuerza su pertinencia en el marco estratégico actual de enfrentamiento hegemónico de valores e intereses de forma simultánea y permanente en los diferentes ámbitos de relación internacional con un carácter global y una velocidad de evolución asombrosa.
Así, un análisis meramente cuantitativo de los Presupuestos, en este caso de los presupuestos de Defensa, nos puede llevar a conclusiones equivocadas y a errores que arrastraremos durante años en detrimento de nuestro nivel de seguridad y nuestra capacidad de Defensa.
Necesitamos desarrollar un análisis cualitativo de los presupuestos, no se trata de gastar más, sino de invertir mejor.
La pregunta clave, una vez que conocemos el «qué» de los presupuestos es «¿para qué?».
No cabe duda que la línea presupuestaria de Defensa debe seguir la ruta que marca la Estrategia de Seguridad Nacional, de necesaria actualización, y las Directivas de Seguridad Nacional y de Política de Defensa, firmadas por el Presidente de Gobierno y la Ministra de Defensa el 4 de mayo y el 11 de agosto de este año, pero… es necesario definir (planeamiento de la Defensa) un proceso de transformación que diseñe las Fuerzas Armadas de la segunda mitad del siglo XXI y un Objetivo de Fuerza a Largo Plazo, coherente con ese modelo de Fuerzas Armadas.
Esto debería recogerse en una «Ley de programación y financiación de la Defensa» que estableciera la síntesis estratégica (semilla), los procesos de transformación organizativos (tronco), el personal necesario en calidad y cantidad (ramas), los sistemas mando y control, unidades y armas necesarios (frutos) y el compromiso de financiación a medio y largo plazo (regadío).
Si no desarrollamos esta aproximación al problema de la Defensa podemos caer en el desarrollo de fuerzas huecas y en la preparación de unas Fuerzas Armadas diseñadas para dar seguridad en un entorno pasado y poco operativas para el entorno actual y futuro cuando sea exigente y pida eficacia, como ha ocurrido con el sistema de prevención de riesgos sanitarios en esta pandemia.
Vemos en el presupuesto para el año 2021 aumentos de personal que lastran las cuentas de Defensa sin observar un proceso de transformación que lo justifique y con la apariencia de recrear unas Fuerzas Armadas «estilo siglo XX».
No aparece con claridad la apuesta por los programas de cooperación estructurada permanente (PESCO) en el ámbito de la Seguridad y Defensa de la Unión Europea, ni los posibles beneficios de los fondos europeos de reconstitución en el sostenimiento de las Fuerzas Armadas.
Existen, pero en cantidades que no parecen acordes con la prioridad que hoy parece conveniente considerar, inversiones en ciberdefensa, operaciones especiales e inteligencia militar.
En la misma línea no se ve con claridad la apuesta por el salto en las tecnologías de comunicaciones e información, inteligencia artificial en apoyo de los sistemas de mando y control y manejo y análisis de grandes bases de datos e indicadores de alerta.
Nos encontramos con unos programas principales de armamento que se comen el presupuesto y ponen en riesgo la sostenibilidad de las Fuerzas Armadas y su propia finalización en sistemas de combate operativos (sistema y sostenimiento).
Las inversiones en elementos aéreos, submarinos, de superficie marítima y terrestre, de vigilancia e inteligencia parecen parcas.
Se echa de menos mayores inversiones en armas estratégicas, las que marcan la diferencia para asegurar la defensa, la influencia (disuasión) y en síntesis el «hard power» necesario para explotar el «soft power» en nuestras relaciones bilaterales y dentro de nuestras alianzas.
El sostenimiento en general y las infraestructuras en particular seguirán sufriendo.
Con estos apuntes no se pretende ser exhaustivo sino demostrar que sin esa «Ley de programación y presupuestos de Defensa» será muy difícil avanzar hacia una Fuerzas Armadas más eficientes y adaptadas a los retos de este siglo.
En estos días se debate en la Asamblea de Francia su presupuesto de Defensa dentro de su «Ley de programación militar 2019-2025» y, salvando las diferencias, Francia multiplica por 4,5 nuestro presupuesto de Defensa, es enriquecedor echar una ojeada al presupuesto de nuestro aliado.
Esta Ley tendría, además, no cabe duda, un efecto positivo en mejorar la cultura de seguridad y defensa de nuestra sociedad al difundir nuestras amenazas, riesgos y desafíos y hacia dónde vamos para proteger mejor la libertad y prosperidad de los españoles.
El contar con esta Ley, revisable y ajustable, no sólo apoyaría el objetivo una mayor eficiencia de las Fuerzas Armadas, sino que ayudaría a la industria de defensa y las líneas de acción de I+D+i a posicionarse y centrar sus esfuerzos en unos momentos de crisis económica intensa donde la previsión y la certidumbre adquieren más valor que nunca.
Esta aspiración de las Fuerzas Armadas que aseguraría su sostenibilidad y mejoraría su eficacia no es posible introducirla en el mudo debate sobre seguridad y defensa así que quizá tengamos que contentarnos con la recomendación de D. Quijote:
«Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades».