Cartas al director
Yo he sido paciente en el Zendal
He estado ingresado en el Hospital Zendal de Madrid veintitrés días. Llegué el día 24 de diciembre. Presentaba un cuadro severo de Covid-19 y, por varios motivos que no vienen al caso, estaba calificado como paciente de riesgo. No era, por tanto, un paciente «fácil», de esos que según algunos se estaban enviando al nuevo hospital. Mi evolución corroboró las primeras impresiones. Pocos días después estaba en la UCI, sedado y entubado.
He conocido por tanto las tres secciones del hospital: hospitalización, cuidados intermedios y la UCI. Tengo que decir que nunca me ha faltado de nada y que siempre he recibido un trato profesional extraordinariamente humano. No escribo esto contra nadie, ni para desmentir a nadie; cada uno vive sus propias experiencias. Simplemente, trato de contar la mía.
Siempre que me lo ha permitido mi estado he comido bien y caliente, mejor que en otros hospitales en los que he estado ingresado. Es cierto que el día de la nevada fue crítico . Al quedarse aislado el hospital, no podían llegar los relevos del personal sanitario, y lo mismo pasaba con los suministros de los servicios externos. Ese día la administración del hospital se las ingenió para que, con los recursos disponibles en el centro, comiéramos todos y dispusiéramos de sábanas limpias. Para poder mantenernos atendidos contaron con el esfuerzo titánico del personal que estaba en el hospital, que cubrió turno tras turno hasta que pudieron llegar los relevos. Gracias, gracias, gracias.
Con respecto a las duchas de la zona de hospitalización -en el resto no hay, por motivos obvios-, tengo que decir que son un poco justas cuando están llenas de pacientes, sobre todo, cuando todos queremos ducharnos a la vez.
En un momento en el que los contagios se han disparado, poder disponer de un hospital como el Zendal me da tranquilidad. Cada cual que piense lo que quiera. Hay que entender que es lo que es, un centro para tratar específicamente a los afectados por la pandemia, que, como por desgracia somos muchos, no está exento de incomodidades. Pero estas incomodidades se compensan con creces por los medios técnicos de que dispone y, sobre todo, por la profesionalidad de su medios humanos.
El Zendal funciona. A mí, desde luego, me ha funcionado. Solo puedo acabar de una manera: gracias de corazón a todo el personal del Zendal sin distinción, por vuestra atención médica y también por vuestra enorme humanidad. Infinitas gracias por vuestro apoyo, por vuestras palabras y por vuestras sonrisas.
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