Europa responde al desafío italiano

Los demagogos que gobiernan Italia no pueden esperar que el resto de socios con los que su país comparte moneda acepten su alocada carrera de gasto público

ABC

Nadie puede acusar al actual Gobierno italiano -esa extraña combinación de nacional-populistas de la Liga y de demagogos del Movimiento 5 Estrellas- de haber ocultado desde el principio sus intenciones de desafiar los elementos esenciales de la vida comunitaria, ya sea en el campo de la gestión de los refugiados e inmigrantes sin papeles o, ahora, con el presupuesto. La actitud de ese Gobierno, cuyas riendas maneja un personaje tan atrabiliario como el vicepresidente Matteo Salvini, no ha dejado ningún margen de maniobra para que la Comisión mirase hacia otro lado. Nunca antes se había producido una situación como esta, en la que un país, nada menos que uno de los seis fundadores, le aguanta un pulso a la Comisión, y en un aspecto tan nuclear como los presupuestos, por lo que Bruselas no tuvo ayer más remedio que llegar hasta el final y obligar al Ejecutivo italiano a someterse a su autoridad. De lo contrario, toda la zona euro podría colapsar.

La Comisión ha sido demasiado flexible en el pasado y, aunque ahora le sirva como argumento, ha sido precisamente esa actitud laxa la que ha conducido a esta confrontación. Al Gobierno de Roma no le vale el argumento de que otros países, como Alemania o Francia, hayan incumplido antes la regla del déficit, por la sencilla razón de que la deuda italiana ha estado fuera de control desde antes de la propia creación del euro, algo tolerado sin miramientos. En estos momentos, sin embargo, el descuadre ha llegado a un límite que no puede ignorarse, sobre todo porque la época de los bajos tipos de interés toca a su fin y la tercera economía de la zona euro se ha convertido en un elemento altamente vulnerable.

Los demagogos que gobiernan -es un decir- Italia no pueden esperar que el resto de socios con los que su país comparte moneda acepten su alocada carrera de gasto público, pero, sobre todo, quienes no se merecen esta situación son los propios italianos, a los que la acumulación de deuda empobrece constantemente y les carga con una hipoteca inmerecida.

España es un país también muy endeudado, herencia y consecuencia de la crisis, cuyo Gobierno quiere entrar en la misma lógica de aumento del gasto, con los mismos o parecidos principios de los populistas italianos. La Comisión ya ha señalado al Ejecutivo de Sánchez que el primer borrador no sirve, porque no describe claramente sus verdaderas intenciones, que en el fondo no están tan lejos del plan populista italiano. Durante un tiempo, el doctor en Economía Sánchez tal vez creyó que la simple comparación con Italia le permitiría pasar inadvertido, pero debe ser consciente de que si no corrige el rumbo puede acabar en el mismo saco.

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