Tribuna Abierta

ONU: el consenso de no dejar a nadie atrás

En la conmemoración del 76º aniversario de las Naciones Unidas conviene recuperar el espíritu de unidad

Mª Eugènia Gay

Guiados por la diplomacia, el diálogo y el consenso, los 51 países signatarios de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas sentaron, en el año 1945, las bases de lo que más tarde se convertiría en uno de los proyectos políticos más trascedentes de la historia contemporánea, al definir los principios básicos de lo que hoy constituyen las relaciones entre los estados y la comunidad internacional, habiendo servido para preservar la paz y la seguridad mundial.

El mismo no habría sido posible si no se hubiera abordado desde la perspectiva de los derechos humanos, la justicia social y, sobre todo, contando con el talento de mujeres como Eleanor Roosevelt, quien lideró –con la ayuda de otras como Hansa Metha, Minerva Bernardino y Shaista Ikramullah– lo que en aquel entonces ya se calificó como un movimiento en favor del reconocimiento jurídico y político de todas las personas, independientemente de su origen, sexo, raza, religión o cualquier otra condición, para incluirlas en la que sería la ‘Carta Magna Internacional’.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 fue el resultado de dos años de intenso trabajo en el que se impuso la pluralidad –pese a las dificultades de estar en el preludio de la Guerra Fría– gracias a «una atmósfera de solidaridad y hermandad genuinas entre hombres y mujeres de todas las latitudes», según recogió la propia Eleanor Roosevelt en sus memorias. Establecer un estándar común de todos los pueblos no resultó fácil, pero los integrantes de la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas supieron convertir la diversidad en riqueza y la inclusión en una virtud que hoy, entre todos y todas, debemos preservar para lograr un nuevo modelo de gobernanza e impulsar definitivamente la Agenda 2030.

La pandemia ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de intensificar el ritmo con el que debemos trabajar para la consecución de las 169 metas que integran los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible; y todo ello en tanto que la Covid-19 ha tenido un efecto devastador y ha puesto en riesgo algunos de los logros alcanzados en las últimas décadas, que han exacerbado las desigualdades prexistentes en ámbitos tan esenciales para la dignidad humana como la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, la acción por el clima o la vigorización de las instituciones conforme a los postulados de la democracia.

Por eso, en la conmemoración del 76º aniversario de las Naciones Unidas, y en un momento de inflexión como el actual, conviene recuperar el espíritu de unidad para hacer frente a los improrrogables desafíos transfronterizos que tenemos por delante y reflexionar, desde la multilateralidad y el humanismo, sobre los modelos productivos, las formas de consumo y las discriminaciones estructurales que aún persisten, para canalizar la recuperación poniendo a la persona en el centro y avanzar sin dejar a nadie atrás. Ciertamente, y como dijo Michelle Bachelet, «es preciso que cada uno de nosotros haga lo que le corresponde con el fin de vivificar el hermoso sueño de la Declaración Universal de los Derechos Humanos».

Mª Eugènia Gay

es decana del Colegio de la Abogacía de Barcelona

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