EDITORIAL
Hay que estar en guardia constante
El atentado frustrado que ayer cometió en Cornellá un terrorista de origen argelino con documentación española, y que le costó la vida al ser abatido por una agente de los Mossos , demuestra una vez más que las sociedades occidentales deben permanecer en guardia constante. En este caso, no se trata de una célula organizada y adiestrada, y todo apunta a que tampoco era un «lobo solitario» supuestamente radicalizado, y sin más armamento que un cuchillo de grandes dimensiones, con el que quiso acceder a una comisaría a primera hora de la mañana al grito de « Alá es grande ». Ahora, tras la declaración de su exmujer, una española convertida al islam que ha declarado que hace un año Taib le confesó su homosexualidad, se investiga si su acción correspondía a algún tipo de frustración personal. Determine lo que determinen el Juzgado y los investigadores, lo cierto es que en casos como este resulta muy difícil actuar preventivamente. Por eso es imprescindible coordinar más aún la cooperación entre Fuerzas de Seguridad.
Pero a la coordinación debe seguirle la cooperación por parte de la propia comunidad islámica . Es ahí desde donde se puede dar la primera alerta sobre la existencia de jóvenes radicalizados. La sociedad musulmana, por su propia idiosincrasia más hermética, debe extremar la vigilancia y tener completamente abiertos los canales de comunicación con las Fuerzas de Seguridad del Estado mientras sigue resultando imprescindible una supervisión judicial sobre lo que ocurre en algunas mezquitas y la labor de los imanes a la hora de adoctrinar y de detectar la radicalización de algunos de sus fieles. Una radicalización a la que se puede llegar por diferentes motivos, también por los problemas personales que apunta la investigación.
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