Editorial ABC
España, sin pulso para recuperarse
El último informe del Banco de España ya no es «precoz y preliminar», sino el reflejo de una crisis que no ha dejado de agravarse por la imprevisión y el exceso de confianza del Gobierno
Fue a mediados del pasado abril cuando el FMI corrigió de forma drástica sus previsiones económicas y anunció el desplome de la economía española, herida por la pandemia. La respuesta del Gobierno -inmediata y esquiva, similar a la que unas semanas antes formuló para restar gravedad al Covid-19 y aplazar su toma de decisiones- fue negar la mayor y tachar de «precoz y preliminar» un informe cuyas variables no han dejado de empeorar en los últimos meses, hasta situar a nuestro país como el socio comunitario con mayores tasas de destrucción económica y desempleo. Ayer fue el Banco de España el que, además de confirmar la magnitud del desastre, diagnosticó «cierto agotamiento del proceso de recuperación» para el próximo ejercicio. Aquella uve dibujada por el Ejecutivo para trazar el camino de la reconstrucción económica, prácticamente simétrica a la de la caída del PIB, se desvanece para prolongar la agonía de nuestro tejido económico. Según el Banco de España, el desempleo podría rondar el 20 por ciento hasta 2022, con un déficit público desbocado y una deuda pública que en función de los distintos escenarios sanitarios rondaría el 120 por ciento del PIB. Cinco meses después de que el FMI diera la primera voz de alarma, el Banco de España emite un informe que ya no es «precoz y preliminar», sino el reflejo de una crisis que no ha dejado de agravarse por la imprevisión y el exceso de confianza del Gobierno, cuyas consecuencias ha sufrido especialmente -y va a sufrir en los próximos meses, sin perspectiva alguna de recuperación a corto plazo- el sector turístico y la hostelería, capitales para cualquier proyecto de reconstrucción.
Negar la realidad, cantar victoria de forma precipitada y renunciar a una política de prevención -sanitaria o económica, inseparables en esta crisis- siguen definiendo la acción del Ejecutivo, más preocupado de elaborar una Presupuestos Generales que sellen la vigencia de su «mayoría de progreso» que de contribuir al verdadero y cada vez más urgente rescate de la economía española. Los aplausos que el Consejo de Ministros y la bancada socialista dedicó a Sánchez de regreso de Bruselas, donde cosechó una notable partida de fondos de auxilio, son la expresión del conformismo con que el Ejecutivo gestiona un desastre cuya solución, sin planes de crecimiento o empleo, sin más recurso que los parches estacionales y la propaganda, ha decidido trasladar al campo de la solidaridad exterior.