Editorial ABC

España, sin niños y sin futuro

El progresivo desplome de la natalidad plantea a la sociedad española un desafío al que de forma sistemática da la espalda y que prefiere no afrontar

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«El último jubilado -asegura en ABC Alejandro Macarrón, director general de la Fundación Renacimiento Demográfico- no apagará la luz, porque ya no quedará nadie que la produzca». No es una previsión apocalíptica, sino el resultado de una operación matemática en la que todo resta. El progresivo desplome de la natalidad plantea a la sociedad española un desafío al que de forma sistemática da la espalda y que prefiere no afrontar. La irresponsabilidad moral se mezcla con la incapacidad económica en una ecuación explosiva, donde los niños se han convertido en objetos de lujo y no en el remplazo natural de la sociedad, instalada en un engañoso presente perpetuo y en la indiferencia hacia un futuro que ya es inmediato. Los expertos calculan que las actuales tasas de fecundidad -1,26 niños por mujer- conducen no ya a un invierno demográfico, sino una crisis generalizada que afectará a la economía, con un desplome del PIB, lastrado por la caída del consumo, un fuerte incremento del desempleo y la fractura definitiva del Estado de bienestar, provocado por el peso de una masa de pensionistas sin fuerza laboral que la sostenga. No habrá colegios, tampoco universidades, ni Ejército. No habrá casi nada. Se puede discutir la naturaleza del cambio climático, pero no el recorrido de una crisis demográfica cuyo análisis prospectivo no tiene margen de error.

El abandono de las políticas natalistas y de apoyo a la familia, marginadas por una ideología de género que subraya el individualismo y la guerra de sexos, está en la raíz de un desastre en el que también confluyen razones económicas -con bajos salarios no hay jóvenes que puedan reproducirse- y cuyo eje, sin embargo, es de carácter ético. Con menos dinero y más penurias, las anteriores generaciones asumieron el sacrificio y la dicha de tener hijos. El bienestar es hoy la tapadera del egoísmo.

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