Escupir a la verdad
Podemos y PSOE consideran irrelevantes los datos empíricos
El filósofo inglés Roger Scruton tiene a gala ser conservador y lo razona de manera sencilla. Explica que por lo general una persona conservadora lo que hace es propugnar la preservación de lo que ya funciona bien. Concuerdo. En esa línea, me atrevo a sospechar que la fragmentación partidaria que ha experimentado España ha resultado nociva para el país, pues no ha traído nuevas ideas en pro del bienestar de los españoles y sí inestabilidad y mucha histeria sectaria. ¿Qué balance ofrece la llamada Nueva Política que afloró con la crisis de 2008? Pues paupérrimo: un partido comunista antisistema e incompetente en la gestión (Podemos), que solo busca dinamitar los pilares de la democracia liberal; un PSOE que ha perdido el centro y trata de emular a la desesperada los peores tics podemitas, intentando así rascar votos, cuando en realidad los pierde a chorro; y por último, una formación veleta, la de Rivera, cuya praxis atiene a una vieja máxima comercial de algunos gerentes astutos de los teatros del West End: «Give the people what they want».
Esta semana ha vuelto a visualizarse que España tiene un problemón con sus actuales partidos de izquierda, PSOE y Podemos, porque los datos empíricos les resultan irrelevantes. La verdad debe ser pisoteada si lo requiere el dogma. Margarita Robles peina 61 abriles, no es una chiquilla. Ha sido magistrada del Supremo y además ha ido entrando y saliendo de la política, ocupando los cargos de secretaria de Estado de Justicia e Interior. Tal currículo da a entender que estamos ante una persona ponderada y en sus cabales. Pero el jueves le exigió a Rajoy desde la tribuna del Congreso que dejase de aportar datos en el debate sobre las pensiones, que precisamente es un problema contable. Margarita, en un pasmoso rapto de burramia, demandaba a voz en cuello menos números y más demagogia.
En la agitación de Lavapiés hemos vivido el enésimo ejemplo de coces contra la realidad. A las 5.30 de la tarde, un inmigrante senegalés con una dolencia congénita sufre un infarto mientras volvía a su casa caminando junto a un amigo. Una pareja de policías lo socorre y le practica las maniobras de reanimación. Luego llegan en su auxilio más agentes y el Samur. Desgraciadamente Mmame Mbaye muere. ¿Lectura del podemismo? Espinar, senador y secretario de Podemos en Madrid, proclama que «España no ha estado a la altura de los derechos humanos» (?). Rommy Arce, una antisistema venida de Perú que es concejal con Carmena, achaca la muerte del senegalés al «racismo institucional» español. Su compañero Castaño, el edil que lleva la Economía municipal, concuerda con ella: la culpa del óbito es del capitalismo (!). La Sexta y Cuatro arden todo el día, dando voz a falacias como que al senegalés lo mató la Policía, o a bulos como que hubo un segundo muerto y que los agentes iniciaron el brote de violencia, en realidad provocado por antisistemas -blancos y cortejados por Podemos- llegados de toda la ciudad.
Me apena la muerte de Mmame Mbaye. Pero también España, que no se merece la izquierda que hoy tiene (como bien saben la mayoría de los votantes del PSOE y su creciente legión de exvotantes).
Noticias relacionadas