Editorial ABC

El escudo social era una farsa

El PSOE, y sobre todo Podemos, han fracasado en su intento de aprobar una serie de medidas «sociales» inanes, sectarias e ideologizadas

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La votación celebrada ayer en el Congreso para aprobar las conclusiones de los cuatro grupos de trabajo creados en la comisión de reconstrucción tras la crisis del coronavirus retrató al Gobierno con un fracaso importante. Su «escudo social» no es solo una decepción fáctica derivada del abuso de la demagogia de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias durante los meses del estado de alarma -millones de españoles sí se están quedando atrás-, sino que ahora se traduce, además, en un soberbio varapalo parlamentario. El PSOE, y sobre todo Podemos, que tiene en su mano la «vicepresidencia social» del Ejecutivo, fracasaron ayer en su intento de aprobar una serie de medidas «sociales» inanes, sectarias e ideologizadas para afrontar la recuperación. Ni a su izquierda ni a su derecha, los partidos de la oposición compraron su mercancía averiada, porque incluso la propaganda gubernamental tiene un límite en la paciencia de los partidos y de los ciudadanos. El golpe es severo para Sánchez: ideó una comisión de «reconstrucción» a la imagen y semejanza de su coalición de Gobierno con la idea de que ningún partido se atreviera a contradecir sus conclusiones porque contaba con que la ciudadanía castigaría a quien se opusiera. Sin embargo, todo ha sido una farsa, porque prácticamente ningún partido ha caído en la trampa. Ni siquiera el intento desesperado del PSOE de maquillar su rechazo a conceder ayudas a la educación concertada le sirvió para tener que asumir una humillante derrota parlamentaria. Ayer Sánchez ya no fue recibido con forzados aplausos de sus sumisos ministros en La Moncloa. Más aún, hay quien sostiene la tesis de que el PSOE no forzó la aprobación del paquete de medidas sociales sencillamente para señalar a Iglesias. El Gobierno está inmerso en una cruenta guerra civil interna, y presentar esta derrota parlamentaria como un éxito global de la gestión de Moncloa contra la pandemia es un espejismo.

Es cierto que el Gobierno consiguió sacar adelante la votación en los otros tres grupos de trabajo, y que el apoyo del PP y de Ciudadanos a la reconstrucción empujó al separatismo a afear a Sánchez su acercamiento al centro-derecha. Por eso, las advertencias del PNV y de ERC no deben ser inocuas para el Gobierno. El PP y Ciudadanos han actuado con responsabilidad, han aportado ideas, enmiendas, iniciativas y correcciones por el bien de los españoles. Pero Sánchez, inmerso en un tacticismo enfermizo, ya sabe lo que es una derrota parlamentaria en toda regla. Y además, muy simbólica. Su Gobierno «social y de progreso» fue desenmascarado, y no va a ser sencillo que obtenga el respaldo de sus socios naturales a unos presupuestos generales del Estado que estarán duramente condicionados por Europa. Ayer, el fracaso del adoctrinamiento que Sánchez e Iglesias quieren imponer fue una buena noticia para España.

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