EDITORIAL ABC
Los escandalosos silencios de Bono
Algunos familiares de las víctimas del helicóptero Cougar estrellado en febrero de 2005 en Afganistán esperan desde marzo de 2011 que el exministro de Defensa José Bono se digne a contestar dos cartas que le dirigieron siendo ya presidente del Congreso de los Diputados. En las misivas, a las que ha tenido acceso ABC, se le pedían explicaciones por la desaparición de piezas del helicóptero estrellado y por la destrucción de 359 casquillos localizados en el lugar de los hechos. Ante una tragedia de esta naturaleza, todos los restos del siniestro son "piezas de convicción" que deben quedar custodiadas judicialmente para ser analizadas por expertos y puestas a disposición del tribunal y de las partes que se hubieran personado como acusadores. Bono no contestó las cartas, remitidas con acuse de recibo, y dejó sin explicación a las familias de los fallecidos, y a la opinión pública en general, sobre las causas de unas actuaciones que podrían haber cambiado la investigación. Destruir elementos de prueba puede ser en sí mismo un acto delictivo. Siendo una zona de conflicto, con combates frecuentes, la destrucción de munición correspondiente al helicóptero estrellado abona el temor de los familiares de los fallecidos por una manipulación de pruebas. El análisis pericial de esa munición habría podido aclarar si fue o no disparada, porque si lo fue demostraría que la aeronave fue atacada y repelió la agresión. Los ocupantes del segundo helicóptero, que acompañaba al siniestrado, declararon haber oído disparos procedentes del Cougar.
La verdad que merecen las víctimas siempre es la misma, sean del Yak-42 o del Cougar . Bono ha jugado a justiciero y se topa ahora con su pasado, del que debe explicarse con la misma locuacidad con la que acusa, juzga y condena a otros.
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