El error de no actuar en TV3
Garantizar la libertad de información y su neutralidad política son más necesarios que necesarios ante las elecciones del 21-D
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El mismo día en el que el Parlament proclamó formalmente la ilegal declaración unilateral de independencia, Catalunya Radio comenzó su informativo especial con: «Buenas tardes, ciudadanas y ciudadanos de la República Catalana». Este medio público de comunicación no hizo otra cosa que seguir la pauta de servicio a la política separatista auspiciada por la Generalitat , como el resto de emisoras y cadenas dependientes del Gobierno catalán. Con un presupuesto anual de 236 millones de euros, estos medios públicos han sido y siguen siendo la plataforma de intoxicación de la sociedad catalana, con la difusión de los mensajes más sectarios del ideario separatista. Lo que resulta difícilmente admisible es que esta situación de parcialidad informativa y activismo ideológico se mantenga incluso después de la aplicación de las medidas aprobadas por el Senado al amparo del artículo 155. El PSOE exigió que los medios públicos de comunicación catalanes quedaran fuera de la intervención del Gobierno central y éste accedió a su exclusión para mantener el consenso con los socialistas.
Ni el buenismo del PSOE ni la generosidad del Gobierno han tenido como efecto una reubicación de estos medios en el terreno de la pluralidad en la opinión y la neutralidad en la información. Neutralidad referida únicamente al respeto debido a la legalidad. A Puigdemont se le siguen prestando las cámaras de TV3 para que emita su comunicado desde Bruselas, como si su condición de cesado y huido no existiera. A su abogado se le presenta como experto en «derechos humanos», cuando lo más que ha acreditado es una evidente habilidad para que algunos jueces belgas den cobijo a etarras reclamados por España. Los encarcelados por orden judicial son «presos políticos», los «consejeros» no tienen la «ex» por delante y, por supuesto, el pancatalanismo está presente en los mapas de los «països catalans». Así están funcionando a día de hoy estos agentes de la propaganda separatista.
El periodismo se debe siempre a la veracidad en la información y, cuando se ejerce desde medios públicos, a la neutralidad política. En Cataluña, los medios públicos han ignorado estas directrices del buen hacer periodístico y han contado, además, con el protectorado del Consejo Audiovisual de Cataluña, supuestamente responsable de garantizar el pluralismo político en los medios públicos catalanes. La reinstauración del orden constitucional en Cataluña antes del 21-D será prácticamente imposible si no comprende una transformación de las realidades implantadas por el nacionalismo en estas últimas décadas. Una de ellas ha sido la sumisión de TV3 y Catalunya Radio que, a día de hoy, no renuncian a seguir siendo palmeros del separatismo. El Gobierno ha cometido un error al no actuar en estos medios sectarios para garantizar la libertad de información y su neutralidad política, más necesarios que necesarios ante las decisivas elecciones autonómicas del 21-D.