PEDRO RODRÍGUEZ
¿Es el enemigo? Que se ponga
Trump sigue perfeccionando en Siria su doctrina sobre el uso «fake» del poder militar de Estados Unidos
Hay una expresión muy del Oeste para referirse a los vaqueros más proclives a las apariencias: todo sombrero y nada de ganado (all hat and no cattle). En su calidad de comandante en jefe, Trump recuerda cada vez más a ese hiperbólico cowboy, muy resonante pero carente de sustancia. Con su segundo ataque en Siria por el uso de armas químicas contra civiles, el presidente ha demostrado su habilidad para hacer mucho ruido pero graves limitaciones a la hora de cambiar realmente nada.
En comparación con la ofensiva del año pasado, esta vez la Casa Blanca ha lanzado un mayor número de misiles y bombas sobre Siria. Se han destruido tres objetivos en lugar de uno. Además de sumar la colaboración de Francia y Gran Bretaña. Se puede decir que la Administración Trump ha conseguido hacer más ruido. Un logro nada desdeñable dentro de su emergente doctrina militar basada más que nada en el exhibicionismo.
Sin embargo, la estrategia de Estados Unidos en Siria parece sacada directamente del clásico monólogo de Gila «¿Es el enemigo? Que se ponga». La última respuesta ha sido calculada para no provocar en ningún caso a los dos grandes valedores del régimen de Damasco: Rusia e Irán. La poca supervisión adulta que queda en el Pentágono ha debido emplearse a fondo para canalizar las fantasmadas de Trump.
Estas incursiones con tufo a tongo en Siria, el uso de la «madre de todas las bombas» en Afganistán o el despliegue invisible del portaaviones USS Carl Vinson para intimidar a Corea del Norte forman parte del oportunismo y la banalidad que dominan la proyección internacional de la Administración Trump, junto a la obsesión de presentarse como un líder decisivo y un implacable renegado del orden liberal internacional.
Lo realmente peligroso de todo este alarde de «fake force» es que Trump estaría logrando aumentar una nociva percepción de debilidad pese a liderar la mayor potencia militar del mundo. Con el riesgo de que alguna de estas jugadas termine sumándose a la larga lista de conflictos armados iniciados de forma accidental.