Los empresarios

A Pedro Sánchez le conviene más esta foto que la que se tomó con Pablo Iglesias a media semana

Salvador Sostres

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A Pedro Sánchez le conviene más esta foto que la que se tomó con Pablo Iglesias a media semana. Entre los empresarios y el líder de Podemos va la distancia entre los que crean pobreza y la destruyen, entre los que entienden la naturaleza y compiten con ella para llevar un poco más allá los límites de la Humanidad, y los que querrían devolvernos a nuestra noche más oscura de atraso, miedo y crueldad.

Un país son sus empresarios y tus derechos son los que gracias a la riqueza que ellos crean podemos pagarte. No tenemos más derechos que los somalíes porque seamos mejores personas sino porque podemos pagarlos. No podemos distribuir la riqueza que no hemos creado. No podemos crear riqueza si no entendemos y protegemos a nuestros empresarios.

Podemos no entiende la economía, no entiende la Historia, no entiende cómo el hombre ha progresado en su agonía por ser libre. Pero lo que sobre todo no entiende es el alma y sus resortes, la tensión espiritual que nos explica y nos completa. Por eso sus inventos acaban en la miseria, en la hambruna y en la checa. Es siniestro el museo de los idealismos del siglo XX. Cada vez que Pedro Sánchez se acerca a Pablo Iglesias, empuja a España a la pobreza, pero sobre todo al abismo de una inmoralidad de la que cuesta mucho regresar.

Un país son sus empresarios, su genio y su vigor. Los puestos de trabajo que crean, la actividad económica que generan y el mundo mejor que nos procuran con el riesgo que asumen, con su creatividad y su reinversión permanente. A veces pensamos que es fácil pero no es fácil. Felipe González ha sido el único presidente del Gobierno interesante que ha dado la izquierda española precisamente porque entendió a los empresarios, les apoyó, y gracias a él y a excelentes ministros de Economía como Miguel Boyer y Carlos Solchaga, España pudo alcanzar, en muy poco tiempo, una muy meritoria modernidad.

Sánchez tendría que entender a los empresarios, no sólo fotografiarse con ellos para compensar los nefastos flirteos con Pablo Iglesias. España necesita una izquierda centrada que facilite la creación empresarial para podernos curar de una vez por todas de los distintos populismos que nos envenenan, desde Ciudadanos hasta Podemos, pasando por el independentismo. Por muy antagónicos que se crean, los tres participan del mismo engaño de fondo, de la misma retórica de vendedor ambulante de pócimas milagreras. Albert Rivera, además, ha servido de tonto útil a los socialistas para derrocar a Rajoy y llegar a La Moncloa de la mano de los independentistas y de los antisistema.

El presidente del Gobierno tiene que escoger a sus referentes con esmero aunque sólo sea porque las políticas sociales que tanto aprecia podrá realizarlas mucho más con el patrocinio de los empresarios que con las tonterías de Podemos. No se puede gobernar sin compasión pero cualquier gobierno, y de un modo muy especial uno que se interese sinceramente por el bienestar de sus ciudadanos, no puede cansarse de repetirles que será su esfuerzo, real y contable, y no las subvenciones, siempre efímeras, lo que les hará libres, consistentes y felices.

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