¿Educación Financiera y Emprendedora o simplemente Educación?
A estas alturas de la crisis y después de lo que sabemos que pasó en los años previos, habría que ser muy ingenuo para pensar que nada hubiera ocurrido si hubiéramos tenido más formación financiera
Si usted fuera profesor de Economía en un instituto y quisiera que sus alumnos participaran en un concurso de creación de empresas o en un programa de formación financiera, créame si le digo que le resultaría difícil elegir uno o varios de entre todos los que hay ahora mismo en España. Admitámoslo: está de moda. Y, tal y como pudo ocurrir hace ya unos años con los premios literarios y artísticos, hoy en día son pocas las grandes empresas y administraciones que no han caído en la tentación de ofrecer su propio “producto” de promoción del emprendimiento y/o la formación financiera .
Fundaciones, universidades, escuelas de negocios, administraciones educativas… tienen cada una su concurso de proyectos empresariales e ideas de negocio, normalmente orientado a alumnos de secundaria y universitarios; para el resto del público (joven y no tan joven), asociaciones de empresarios, cámaras de comercio… hasta el último ayuntamiento tiene ya su propio premio al emprendimiento, como bien sabemos.
Por lo que respecta a la formación financiera, aparte del Banco de España y la CNMV, son más bien los bancos y las ex cajas de ahorros (y recientemente alguna aseguradora también) las empresas que han fomentado, más que concursos, proyectos de formación en esta materia.
Y es que existen dos creencias generalizadas y complementarias hoy en día: por una parte, se piensa que con mayor formación financiera, esta crisis no hubiera tenido lugar o, al menos, no hubiera sido tan grave ; y por otra, se profesa una nueva fe en el emprendimiento como única vía para salir de la misma. La imitación, a veces poco razonada, de ciertas tendencias internacionales (léase OCDE y su informe PISA, fundamentalmente) por parte de las autoridades educativas, y la necesidad de las empresas de dar contenido a la Responsabilidad Social Corporativa y mejorar su imagen (menudo pleonasmo), han hecho el resto.
Bienvenido sea todo ello en cualquier caso. Como profesor de instituto, agradezco muchísimo todo este tipo de iniciativas, pues he podido comprobar en varias ocasiones el buen resultado que pueden dar en un aula como complemento y herramienta de motivación en la enseñanza de la Economía.
Y bienvenida sea también la nueva optativa de Economía en 4º de la ESO en las a partir de ahora llamadas Enseñanzas Académicas (eufemismo utilizado por la LOMCE para el itinerario seguido por los alumnos que pretenden continuar su formación en Bachillerato). Así, por lo pronto, los voluntarios de la banca que participan en talleres de educación financiera en los institutos, ya no tendrán por qué entrar en las tutorías o en clases de Matemáticas o Ciencias Sociales, donde no hay un profesor con, además de sus habilidades didácticas, formación específica en materia económica. No obstante, la ley regula esta nueva asignatura como optativa, de las cuales los alumnos deben elegir dos, siendo las otras tres Física y Química, Biología y Geología y Latín. Es fácil adivinar, por tanto, que lo más probable es que los institutos, por sus condicionantes de plantillas y horarios, establezcan un itinerario con dos optativas de Letras y otro con dos de Ciencias , de forma que estos últimos alumnos se vuelvan a quedar nuevamente sin formación económica básica…
Por otra parte, las asignaturas de Economía y Economía de la Empresa dejan de ser obligatorias en el Bachillerato de Ciencias Sociales (en primero y segundo respectivamente), de forma que se podrá ser alumno de este itinerario habiendo elegido Matemáticas y otra optativa, entre las que están las dos de Economía por supuesto, pero también está Literatura Universal o Historia del Arte, por ejemplo…
Por lo tanto, no deja de ser paradójica esta conducta del legislador cuando existe una preocupación creciente por la formación económica, y más concretamente, financiera y emprendedora .
Dicho todo lo cual… en el fondo da igual. A estas alturas de la crisis y después de lo que sabemos que pasó en los años previos, habría que ser muy ingenuo para pensar que nada hubiera ocurrido si hubiéramos tenido más formación financiera, o para pensar que vamos a salir de esta solo con emprendimiento. Ya nadie discute que lo que hubo entonces fue sobre todo falta de ética, y que lo que estamos viviendo todavía es una crisis de valores.
Así que seguramente no es necesario ponerle adjetivos a la palabra Educación: económica, financiera, emprendedora… Lo que faltó fue Educación a secas. Y sigue faltando. Más aún cuando se vuelve a caer en aprobar otra reforma educativa esta vez no ya sin consenso, sino con prácticamente el único apoyo del Gobierno (o peor aún, del ministro) que la promovió. Es descorazonador. Para toda la sociedad, y particularmente para los que nos dedicamos a esto. Y es que, ¿cuánto va a durar esta ley?
Hace ya tiempo que en este país necesitamos un gran proyecto aglutinador e ilusionante para todos. Bien podría ser de una vez por todas el viejo sueño ilustrado de la educación, la investigación y el saber.